El equipo Cruixents, formado por las estudiantes de nuestra Escuela, María Cabrera, Lucía Cano, Laura Junco, Marta Maravilla y María Rovira, ha sido seleccionado por la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) para participar en el certamen Ecotrophelia España 2020.
Cruixents llevará al certamen su proyecto Tuliva, una tulipa hecha a base de harina de semilla de aceituna, creada como envase comestible para presentar platos preparados de forma diferente.
Este año, debido al confinamiento por la crisis del coronavirus, Ecotrophelia España tiene previsto celebrarse en septiembre.
Hemos hablado con Marta Maravilla que, en representación de Cruixents, nos ha contado cómo están llevando el confinamiento y cómo se están preparando para la final.
-¿En qué fase del proyecto estabais cuando se decretó el confinamiento?
Nos quedaba apenas una semana para entregar el informe al concurso y que decidieran si nos aceptaban. Habíamos estado haciendo pruebas de laboratorio para concretar la lista de ingredientes pero, como todavía no nos había llegado la barquillera, pieza fundamental, no habíamos comenzado a trabajar en la forma final de Tuliva.
-¿Cómo os habéis adaptado a la nueva situación?
La verdad es que en los primeros días de confinamiento, como teníamos que acabar bien la parte teórica y darle el toque final, Google Drive y WhatsApp fueron de gran utilidad, puesto que nos ayudaron mucho a mantener el contacto y poder opinar todas sobre todo.
Ahora mismo, después de la admisión en el concurso nos deberíamos encontrar haciendo pruebas con la receta, los envases y aprendiendo a tratar la masa para poder modelar bien el producto. Sin embargo, no podemos acudir a la Escuela, por lo que tanto la barquillera como el ingrediente principal, la harina de semilla de aceituna, se encuentran fuera de nuestro alcance.
La verdad es que es un tema que nos tiene preocupadas porque, aparte de lo que no tengamos los ingredientes con nosotras, también está la cuestión de que no todas vivimos en Valencia o alrededores: una de las integrantes de nuestro grupo, María, es de Gandía; y Laura, que al estudiar diseño es la encargada de los envases, es de Galicia. Lo vemos un poco una dificultad añadida, aunque esperamos que se solucione pronto y de la mejor manera posible.
-Ecotrophelia España ha tenido que trasladarse a septiembre. Hasta que llegue ese momento, ¿qué trabajo os queda por realizar para llegar al certamen bien preparados?
Nos queda casi lo más importante: darle la forma final al producto para conseguir que la masa con los ingredientes que ya tenemos se convierta en una Tuliva; y preparar una presentación que resuma todas las características del proyecto y que nos permita contar por qué pensamos que es un producto que puede competir en Ecotrophelia.
-Habéis sido seleccionadas para la final de entre 300 equipos de toda España. ¿Creéis que habéis diseñado un producto ganador?
Pensamos que nunca antes se ha llevado a Ecotrophelia un producto que cubra tantas necesidades y llegue a tantos sectores de nuestra sociedad, por lo que creemos que Tuliva tiene muchas posibilidades de quedar en un gran puesto. Hemos diseñado este producto desde nuestras inquietudes y hemos puesto toda nuestra confianza en él, así que esperamos que eso se vea reflejado.
-¿Cuál es la mayor innovación de vuestro producto?
Tuliva une la cercanía de un producto que se ha cultivado en la Comunidad Valenciana toda la vida con la tecnología que está marcando el siglo. Es un alimento que está creado a base de un subproducto, por lo que supondrá una disminución de desperdicios de la industria aceitera; además, es un producto de kilómetro 0, lo que indica que también apostamos por la disminución de la huella de carbono y una alimentación más sostenible. Y por último, este ingrediente principal, la harina de semilla de aceituna, nos aporta nutrientes como el Omega 3. Todo esto en un nuevo recipiente para nuestros platos, tanto dulces como salados.
-¿Cuál es la importancia de la innovación en alimentación en la sociedad en la que vivimos?
La innovación es evolución y la evolución es necesaria en la sociedad y en el proceso vital. Tal y como van las cosas en la actualidad, que prima la comodidad y la rapidez antes que la elaboración y, un poco la tranquilidad, es necesario que aprendamos a gestionar el sobrante de los productos que consumimos, porque si no, llegará un momento en el que estos restos serán mayores de lo que podremos procesar. Además, Tuliva demuestra que aquello que en un primer momento categorizamos como “subproducto” o “deshecho”, puede luego resultar en un nuevo producto con muchas características positivas.
-¿Cuál es el mayor aprendizaje que os lleváis de esta situación?
Creemos que el confinamiento ha sido un baño de realidad. Un empujón que nos ha hecho ver las cosas que realmente importan y que realmente tenemos día a día aunque no valoremos tanto. La salud, la familia o las amistades que se mantienen a pesar de la distancia, son aspectos sobre los que hemos podido reflexionar y que hemos vuelto a valorar. También, parece que al no poder salir de casa más que para lo estrictamente necesario, caes en la cuenta de la libertad que teníamos antes de que esto pasara, y en lo que la necesitamos. Sí, definitivamente hemos aprendido a valorar lo que tenemos.