La crisis sanitaria, económica y social que está provocando el coronavirus COVID-19 no tiene precedentes en la historia reciente de la humanidad. Hemos de echar la vista atrás más de un siglo, hasta la mal llamada Gripe Española de 1918, para encontrar algo similar. 

La situación por la que estamos atravesando está sacando, en muchos casos, lo mejor de nosotros mismos, como individuos y como sociedad. Cunden los gestos y los ejemplos: personas que ayudan a los mayores, haciéndoles la compra para evitar que salgan a la calle y puedan contagiarse; voluntarios que están organizándose para imprimir en 3D piezas para la elaboración de máscaras de protección o para coser mascarillas y batas; donantes que con sus aportaciones apoyan la labor de organismos y ONGs en defensa de los más desfavorecidos; ciudadanos que desde su balcón aplauden la labor de los que siguen trabajando para que salgamos de esta lo antes posible…

 En el ámbito profesional, también encontramos grandes ejemplos de comportamientos dignos de admiración. En primer lugar, el de los sanitarios, que luchan día a día para evitar miles de muertes. Pero también hemos de mencionar a las fuerzas y cuerpos de seguridad o a las miles de personas que trabajan de forma directa o indirecta en la cadena alimentaria, garantizando que tengamos acceso en condiciones normales a productos sanos, seguros y de la máxima calidad. 

No es un exceso de corporativismo decir que el sector agroalimentario en general, y las cooperativas en particular, están ofreciendo una respuesta ejemplar ante la crisis. En ningún momento han cesado su actividad, y han sabido implementar con gran velocidad y eficacia medidas adicionales de seguridad para proteger a sus socios, trabajadores, clientes y, por supuesto, a los consumidores. 

Pero no solo han mantenido su capacidad de producción, transformación y distribución de alimentos. También han seguido prestando toda clase de servicios en el entorno en el que desarrollan su actividad, muchos de ellos fundamentales en el medio rural, especialmente en un momento tan complicado como el que atravesamos. Las cooperativas cuentan con supermercados, tiendas de suministros o gasolineras, que siguen trabajando pese al estado de alarma y que garantizan el acceso de la población a productos, bienes y servicios básicos.

 La respuesta de las cooperativas agroalimentarias ante la crisis es, además, solidaria. En las últimas semanas se han multiplicado los ejemplos de entrega de EPIs y material sanitario, o la utilización de los equipos de tratamiento para la realización de labores de desinfección viaria. Una manera de actuar que redunda en beneficio de la comunidad, que se alinea con los principios y valores cooperativos, y que demuestra el arraigo y la vinculación de las cooperativas con el territorio. 

Es fundamental que el sector agroalimentario continúe trabajando, para garantizar la alimentación de hoy, pero también la de mañana o la de dentro de varias semanas y varios meses. Para ello es necesario seguir produciendo, recolectando, sembrando y manteniendo las explotaciones. Esa es nuestra tarea, nuestro compromiso y nuestra responsabilidad, con nuestros socios y con los consumidores. 

De la misma forma que nosotros no paramos, el resto de la cadena no se detiene. La distribución se encarga de poner a disposición de los clientes aquello que producimos, apoyándose en sectores como el transporte, cuyo papel en estos días de crisis también es fundamental, sumando así su labor a un esfuerzo colectivo. 

Pese a las dificultades del momento, siempre hay que ser positivos. Al final, entre todos superaremos esta crisis. Y cuando lo hagamos, será de justicia reconocer el esfuerzo de aquellos que en esta situación están ofreciendo lo mejor de sí mismos. Quizás, con el fin de la crisis, muchas cosas cambien: las relaciones laborales, las pautas sociales, las experiencias familiares o nuestra consideración hacia la situación e importancia de ciertos sectores, como el sanitario y, esperemos, también el agroalimentario. Los aplausos ciudadanos que reconocen su papel diariamente desde ventanas y balcones, a los que antes hacía mención, deberían ser una llamada de atención a nuestros responsables políticos. Una llamada sobre la importancia de reforzar esos sectores cuando acabe la crisis.

 

Cirilo Arnandis

Presidente Cooperatives Agro-alimentàries CV