Iván Alarcón es egresado de la Escuela del Grado en Biotecnología y ocupa la cuarta posición del Ranking SEDEA, lo que significa que es el cuarto mejor estudiante de esta disciplina en nuestro país.

A sus 22 años, es investigador en el  Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en Madrid, además de seguir colaborando con el Laboratorio de Biología Sintética de la Universitat Politècnica de València (UPV).

En esta entrevista, hemos hablado con Iván Alarcón acerca de su trayectoria, su pasión por la Biotecnología y su futuro en esta disciplina.

Iván, en primer lugar, enhorabuena por esta cuarta posición en el ranking SEDEA. ¿Qué supone para ti?

Supone un gran reconocimiento a todo el esfuerzo realizado durante todos estos años. Pero, sobre todo, creo que es un reconocimiento a toda esa gente que me ha apoyado durante todo el camino y que son los que lo han hecho posible. Hablo de mi familia, de mis amigos, de todos los profesores y compañeros y de los investigadores con los que me he formado, destacando a los del laboratorio de Biología Sintética de la UPV.

¿De dónde te viene la pasión por la Biotecnología? ¿Cómo descubriste que querías dedicarte a ella profesionalmente?

Desde muy pequeño tuve claro que quería dedicarme a la investigación en biomedicina, aunque por aquel entonces no tenía ni idea de lo que esa palabra significaba. Siempre quise dedicar mi vida a ayudar a los demás y esta profesión te ofrece la maravillosa oportunidad de desentrañar los misterios de las enfermedades y velar por la salud de muchísimas personas.

Pero a la investigación se puede llegar desde muchas carreras como Medicina, Bioquímica, Biología,… Fue en el año 2014, durante una clase de 4º de la ESO, cuando escuché por primera vez la palabra ‘Biotecnología’ y durante la siguiente hora atendí embelesado a la profesora hablar de la biotecnología como algo futurista, esperanzador y revolucionario. Unos años después me estaba matriculando en el Grado en Biotecnología en la UPV.

Con solo 22 años, tras graduarte en Biotecnología en nuestra Escuela, trabajas ya en el Centro Nacional de Investigadores Cardiovasculares. ¿Qué trabajo realizas en este centro?

Así es. Trabajar en este centro supone una grandísima oportunidad profesional y personal. Aquí estamos investigando sobre enfermedades cardiovasculares, sobre todo aneurisma. Tratamos de identificar nuevos biomarcadores o ‘señales’ que nos permitan diagnosticar las enfermedades lo más pronto posible; y también identificar dianas moleculares que posibiliten el desarrollo de nuevos tratamientos para estas patologías.

También sigues colaborando con la UPV. ¿Qué investigación estás llevando a cabo con el Laboratorio de Biología Sintética?

Durante tres años he estado trabajando y colaborando con el Laboratorio de Biología Sintética y Control de Biosistemas de la UPV, integrado, entre otros, por los Drs. Jesús Picó, Alejandro Vignoni y Yadira Boada.

Durante estos años hemos trabajado en la caracterización de partes biológicas, modelado, implementación biológica e identificación multi-objetivo; y en el control de la expresión génica y la variabilidad y heterogeneidad en poblaciones celulares.

Desde hace aproximadamente dos años nos hemos lanzado al desarrollo de terapias antitumorales basadas en el diseño de bacterias sintéticas inteligentes capaces de identificar y atacar a las células tumorales. Es una estrategia muy novedosa pero que sin duda tendrá mucha repercusión en la oncología del futuro.

¿Qué crees que puede aportar la Biotecnología a la sociedad?

Lo que puede aportar y lo que ha aportado. La Biotecnología está por todas partes, aunque no seamos conscientes: en la biorremediación, en la arquitectura, en los combustibles, en la resolución de crímenes y en la medicina, por mencionar solo unos ejemplos.

Pero, sobre todo, destacaría su potencial futuro. Los tratamientos que ahora se están desarrollando en los laboratorios llegarán a la práctica clínica en 15 o 20 años y supondrán una auténtica revolución. Ya estamos viviendo los inicios de esa nueva edad dorada de la medicina, con el desarrollo, por ejemplo, de las inmunoterapias contra el cáncer basadas en linfocitos CAR-T o de la terapia celular en la medicina regenerativa.

¿Cuál quieres que sea tu aportación a la sociedad a través de tu profesión?

Mejorar la vida de las personas. Creo que es lo mejor que tiene esta profesión. Quizás en el día a día no somos tan conscientes, pero cuando te paras a pensar en la gran influencia que tu trabajo puede tener en la vida de los demás, que cada minuto en el laboratorio puede traducirse en salvar una vida… te das cuenta de la gran responsabilidad que tenemos los investigadores y de lo afortunados que somos.

Eres muy joven y te queda mucho camino, pero ¿cuál sería tu sueño en materia profesional?

Si me hubieses hecho esta pregunta aquel lejano día de 2014 en que descubrí qué era la Biotecnología, sin duda te habría respondido que mi sueño sería llegar a trabajar en un centro de investigación en biomedicina. Por suerte, hoy estoy cumpliendo ese sueño y es un buen momento para fijar nuevos objetivos y retos.

A largo plazo, mi sueño sería poder establecerme como profesor de universidad en España y poder dirigir mi grupo de investigación aunando los diferentes campos de la ciencia en los que he trabajado hasta ahora: la biología sintética y la biomedicina.

Ojalá mi trabajo pueda traducirse en nuevo conocimiento, terapias o sistemas de diagnóstico que contribuyan a que las enfermedades de la actualidad no supongan un problema en el futuro.

¿Crees que la Biotecnología es una profesión de futuro?

Totalmente. Como he mencionado antes, la Biotecnología tiene mucho potencial. Cuando miramos lo que se estaba haciendo a principios de este siglo, vemos que es casi arcaico en comparación con lo que hacemos en 2021, y solo han pasado 20 años. Por ejemplo, secuenciar el primer genoma humano en 2003 costó 3.000 millones de dólares y 10 años de trabajo de cientos de investigadores. En la actualidad, secuenciar el genoma de una persona cuesta menos de 1.000 dólares y solo necesita unas horas.

Además, hace un tiempo hubiera sido imposible desarrollar una vacuna en un año. En el caso del coronavirus, se consiguió secuenciar su genoma en pocos meses y en algo más de un año se han aprobado más de 10 vacunas en todo el mundo, y otras muchas como la del CSIC que están en desarrollo.

¿Qué consejo puedes dar a los estudiantes que están ahora cursando el Grado en la Escuela?

Que se conviertan en los directores de su propio proceso educativo, que no sean meros espectadores dedicados a absorber la lección y obtener una buena nota en un examen. Y sobre todo que se muevan, que busquen actividades complementarias más allá de las clases y que se integren en un laboratorio lo más pronto posible.

Es allí donde van a aprender la realidad del mundo científico y donde, probablemente, descubran su verdadera pasión. Y sobre todo que se muevan impulsados por lo que les hace realmente felices, no por lo que nadie espere de ellos o por las expectativas de un buen sueldo o un puesto fijo.

Iván, salta a la vista que tienes por delante un futuro prometedor, pero en cuanto a tu paso por la Escuela, ¿cómo lo recuerdas? Como alumno y compañero, ¿qué te llevas de la EAMN y de la UPV?

Recuerdo con mucha nostalgia los cuatro años que he pasado en la UPV y en la EAMN. La calidad docente del Grado en Biotecnología es enorme. Creo que la gran mayoría de nuestros profesores pone el alma en cada una de sus clases y saben transmitir su pasión por la ciencia.

Además, siempre tienen un buen consejo con el que guiarte en esta profesión. Mapi López, Lynne Yenush, Eloisa Jantus, José Ramón Murguía, Ibo Galindo … son tantos los profesores a los que estoy agradecido que sería imposible mencionarlos a todos.

Dicen que las amistades de la universidad son para siempre. ¿Crees que será ese tu caso?

Creo que es lo mejor que me llevo de mi paso por la universidad. He conocido a personas maravillosas que sin ninguna duda me van a acompañar el resto de mi vida. Aprovecho para dar otro consejo a los nuevos estudiantes: aprovechad cada instante como si fuese el último y permitíos conocer a tanta gente como podáis.

Recuerdo los nervios de aquellos primeros días al ver tanta gente nueva, pero jamás imaginé que se fueran a convertir en una parte tan importante de mi vida. Déjame unas líneas para mencionarlos: Javi, Raquel, la otra Raquel, Ana, la otra Ana (Esther), Carmen, Belén, Celia, Samuel y Andrea. Han sido (y lo siguen siendo) unos compañeros de viaje excelentes.

Y un mensaje final. Sin Biotecnología, no hay…

Pasado, presente ni futuro. No hay pasado, porque es la base de los procesos agrícolas que han permitido el desarrollo del hombre desde el neolítico hasta la actualidad.

No hay presente, porque encontramos Biotecnología en todos los ámbitos de la sociedad moderna (alimentación, ropa, edificios, transportes, salud, …).

E indudablemente, sin Biotecnología no hay futuro, porque tiene todo su potencial por descubrir y será una revolución en muchos aspectos, pero sobre todo en la medicina y en la salud pública.