Eva Samblas, egresada del Grado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural de la EAMN UPV, ha conseguido hacer de su pasión por la naturaleza su profesión y actualmente está en Suiza participando en el proyecto WSL Drought & Beech.
Eva, que recibió Matrícula de Honor por su TFG, nos descubre en esta entrevista los grandes beneficios de la Ingeniería Forestal para la sociedad.
Eva, ¿por qué elegiste Ingeniería Forestal como profesión?
No escuché hablar de la Ingeniería Forestal hasta que no me puse a buscar Grados tras la selectividad. Siempre tuve bastante claro que quería estudiar algo relacionado con el medio ambiente y cuando encontré este Grado, me llamó bastante la atención el hecho de que abordara el estudio de la naturaleza desde un punto de vista más técnico y decidí matricularme.
La verdad, no me arrepiento de la decisión que tomé en ese momento. Aparte de haberme regalado grandes amistades, la carrera también cambió mi visión de la naturaleza. Antes pensaba que los bosques eran algo que no se debía tocar y ahora entiendo la gestión forestal como un elemento clave para garantizar la simbiosis entre las actividades humanas y la conservación del medio natural.

¿Qué tu pasión sea tu profesión es sinónimo de felicidad?
Totalmente. Es una gran suerte el hecho de poder hacer lo que te gusta.
Una prueba de que tus estudios te apasionan es que recibiste Matrícula de Honor por tu TFG. ¿En qué consistía?
A grandes rasgos, consistió en un estudio sobre el efecto de diferentes técnicas de gestión selvícola en una masa de Pinus halepensis Mill. (situada en el término municipal de Ayora, València) en cuanto a crecimiento, estabilidad frente a perturbaciones y capacidad de regeneración.
Los tratamientos en cuestión, que se llevaron a cabo en el año 2009 en el marco de otro TFG, fueron el huroneo diamétrico, la transformación a irregular, la clara baja débil y la clara por lo bajo fuerte. Así, diez años después, en mi TFG se analizó y comparó el efecto de estos primeros tratamientos, y se ejecutaron unas nuevas cortas siguiendo la misma metodología con el objetivo de consolidar conclusiones en el futuro. Además, aprovechando los daños que dos temporales de viento y nieve en los años 2010 y 2017 causaron en las parcelas de estudio, se pudo analizar la estabilidad frente a derribos para cada una de las intervenciones.
Fue muy gratificante realizar este TFG y, además, tuve la suerte de contar con la ayuda de dos, más que compañeros, amigos del Grado para la realización del trabajo de campo.

También estuviste en Turquía realizando un proyecto y tuviste que estar retenida por el confinamiento. ¿Cómo recuerdas esta experiencia?
Sí, estuve participando en un proyecto de voluntariado con jóvenes y niños en Gaziantep, una ciudad al sur de Turquía. En un principio, mi estancia iba a ser solamente desde febrero a marzo, pero con la pandemia y el cierre de fronteras, no volví a casa hasta junio.
La situación en Turquía nunca llegó ser tan grave como en España y, si bien no era posible desplazarse a otras ciudades, nunca llegamos a estar realmente confinados. Además, tanto yo como el resto de voluntarios locales e internacionales siempre contamos con el apoyo de los trabajadores de la ONG y se podría incluso decir que llegamos a formar una pequeña familia. La verdad es que pienso que, dentro de la gravedad de la situación, tuve mucha suerte de pasar esos meses allí y estoy realmente agradecida por ello.
También participas en el proyecto WSL Drought & Beech, en Suiza. ¿En qué consiste?
Desde octubre del año pasado me encuentro en Zúrich haciendo unas prácticas en investigación forestal en el Swiss Federal Institute for Forest Snow and Landscape Research (WSL). En efecto, formo parte del proyecto “1000 Beech Trees”, que está centrado en estudiar el efecto a medio plazo de la sequía en los bosques de Fagus sylvatica L. del altiplano suizo.
El proyecto surgió a raíz de la sequía que tuvo lugar en el verano del 2018 y en la que las temperaturas extremas y las bajas precipitaciones dieron lugar a la decoloración y defoliación prematuras de los hayedos de la zona norte del país. Es un proyecto bastante amplio en el que se seleccionaron alrededor de mil árboles, evaluándose no solo el grado de daño por sequía, sino también otros factores como las condiciones edáficas, la presencia de plagas o patógenos o la influencia de antiguos periodos de sequía (mediante el análisis de los anillos de crecimiento).
Principalmente, he participado en el trabajo de campo, recolectando núcleos de los árboles por barrenado (y procesándolos posteriormente), tomando muestras de suelo o realizando la evaluación de la vitalidad de los árboles.

¿Y en tus estudios, en qué momento estás?
Me gradué en el Grado de Ingeniería Forestal y del Medio Natural en junio de 2019 pero, en vez de matricularme en un máster directamente, decidí tomarme un año de descanso para realizar prácticas en el extranjero y ganar más experiencia.
En un principio, tendría que haber empezado estas prácticas en la primavera de 2020, pero las tuvimos que aplazar varios meses por la pandemia. Actualmente, sigo en Suiza y estaré aquí hasta finales de septiembre. En octubre empezaré un Máster en Ecosistemas Terrestres y Gestión de la Biodiversidad en Barcelona.
Y a largo plazo, ¿cuál es tu mayor sueño profesional?
Si soy sincera, no tengo planes de futuro a largo plazo porque soy más de ir sobre la marcha, de ir aprovechando las oportunidades que me van saliendo y de ir decidiendo según van cambiando las circunstancias. Aun así, algo que tengo claro es que no me gustaría estar trabajando exclusivamente en una oficina, me gustaría tener un trabajo que me permitiera estar al aire libre.
¿Consideras la profesión de ingeniero/a forestal fundamental para la sociedad?
Sí, y ahora más que nunca. El objetivo principal de la ingeniería forestal es la gestión y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales teniendo en consideración tanto el aspecto económico, como el ambiental y el social.
Afortunadamente, la sociedad está empezando a concienciarse sobre la importancia de proteger y cuidar el planeta. No obstante, para que el cambio sea lo suficientemente grande, la gente necesita entender que el monte no es solo un lugar donde poder desconectar y relajarse, sino que dispone de muchos productos y servicios que pueden ser aprovechados de forma sostenible. Solamente así se tendrá la motivación necesaria para protegerlos y conservarlos. Así, en este punto es donde entraría la ingeniería forestal, permitiendo a la sociedad beneficiarse de los productos forestales garantizando al mismo tiempo su conservación.
Por otra parte, la gestión forestal contribuye también al desarrollo rural (no hay que olvidar que es en las zonas rurales donde se cultiva y produce el alimento del mundo) y contribuye a la prevención de incendios forestales (algo especialmente importante en la zona mediterránea).
¿Recomiendas esta titulación a los y las jóvenes que están ahora decidiendo su futuro?
Pienso que es una profesión que tiene bastante futuro y la recomiendo a todos aquellos y aquellas que estén interesados, no solo en el medio natural, sino también en aprender sobre cómo encontrar el equilibrio entre la conservación de la naturaleza y su aprovechamiento.
Si no cuidamos de nuestra naturaleza, ¿qué puede pasar?
Toda la actividad humana depende directa o indirectamente de los servicios ecosistémicos, que son el conjunto de beneficios que la naturaleza aporta la sociedad.
De los ecosistemas obtenemos los alimentos, el agua, las materias primas para fabricar otros productos, energía o incluso recursos medicinales. Pero, además, servicios como la polinización, la fertilidad de los suelos, la calidad del agua o del aire, la biodiversidad o la amortiguación de fenómenos climáticos extremos son necesarios para llevar a cabo actividades como la agricultura o la ganadería y, en general, son necesarios para nuestro bienestar.
En definitiva, los seres humanos somos parte de la naturaleza y, por lo tanto, dependemos completamente de ella para nuestra supervivencia.
Finalmente, ¿cuál es el mayor beneficio que nos aportan los montes y la importancia de cuidarlos y respetarlos?
Como he comentado antes, los bosques nos aportan infinidad de beneficios y considero que todos ellos son igual de importantes. Desde la función de regulación del ciclo del agua y de fijación del suelo a su capacidad de actuar como sumideros de carbono (algo vital en la lucha contra el cambio climático) o como reservas de biodiversidad, sin dejar de lado su papel como productores de materias primas naturales o las actividades recreativas.
Todos ellos son servicios cruciales y, para garantizarlos, es necesario cuidar, proteger y gestionar de forma sostenible los montes.