Lucía Torres Fernández, egresada de nuestra Escuela en la titulación de Biotecnología, ha recibido de la Universidad de Bonn un Excelente Summa Cum Laude por su tesis doctoral.
Lucía, ahora ya doctora en Medicina Molecular, ha defendido vía telemática ante el tribunal su investigación sobre la función de la proteína TRIM71/LIN-41, que abre nuevas vías tratar algunos tipos de cáncer.
Hemos hablado con Lucía que nos ha contado cómo fue la experiencia, la importancia de la biotecnología y sus planes de futuro.
– Lucía, lo primero, desde la Escuela queremos darte la enhorabuena por tu Excelente cum laude. ¿Qué supone para ti en tu trayectoria profesional?
¡Muchas gracias! Es, por supuesto, un honor para mí que mi trabajo en los últimos años se califique como Summa Cum Laude, estoy muy agradecida. Pero independientemente de la calificación, me hace muy feliz haber acabado el doctorado por fin y poder cerrar esta etapa para empezar nuevos retos. Han sido unos años muy muy duros, pero he aprendido muchísimo y disfrutado enormemente del trayecto. Para mí, la finalidad del doctorado era formarme como científica madura y competente, pero por encima del crecimiento profesional que me han brindado estos años, esta etapa ha supuesto para mí un enorme crecimiento personal a muchísimos niveles.
– ¿En qué ha consistido tu investigación sobre la proteína TRIM71? ¿Cuál es la aplicación innovadora que tiene tu investigación?
TRIM71 es una proteína altamente conservada (presente en todo tipo de animales, incluyendo invertebrados) cuya función es esencial durante el desarrollo embrionario. TRIM71 se expresa exclusivamente en células madre embrionarias y participa en el desarrollo del sistema nervioso y el sistema reproductivo. Por ello, mutaciones que inactivan la función de TRIM71 causan defectos en el desarrollo de estos órganos y están asociadas con patologías como la hidrocefalia congénita y la esterilidad. Entender el funcionamiento de TRIM71 abre por tanto nuevas puertas para tratar este tipo de enfermedades congénitas durante el embarazo, y para desarrollar tratamientos de fertilidad en adultos.
Aparte de su función fisiológica durante el desarrollo embrionario, TRIM71 también tiene una función patológica en algunos tipos de cáncer. Tras cumplir su función en etapas tempranas del desarrollo embrionario, la expresión de TRIM71 se silencia genéticamente, estando prácticamente ausente en un organismo adulto sano (con excepción de las células madre espermáticas). Sin embargo, la expresión de TRIM71 se reactiva en algunos tipos de cáncer, y promueve la proliferación y la supervivencia de las células tumorales. Se ha observado que pacientes con una alta expresión de TRIM71 en sus células tumorales desarrollan tumores más malignos y tienen por tanto una tasa de mortalidad más elevada. Debido a su restringida expresión en estas células, y su ausencia en el resto del organismo, TRIM71 es una diana muy prometedora para desarrollar un tratamiento que ataque específicamente a las células tumorales con mínimos efectos secundarios para el paciente.
Sin embargo, para poder desarrollar tratamientos que inhiban TRIM71 en un futuro todavía algo lejano, primero es necesario entender cómo funciona esta proteína molecularmente. En mi tesis doctoral me he dedicado a desenmascarar los mecanismos moleculares de TRIM71, que es un represor de ARNs cuyo funcionamiento exacto se desconocía. He conseguido elucidar los mecanismos de reconocimiento y degradación de ARN promovidos por TRIM71 en células madre y células cancerosas, además de caracterizar en detalle la regulación de una de sus dianas, llamada CDKN1A/p21, que es un importante inhibidor de la división celular y un supresor de tumores.
Hemos observado que TRIM71 reprime el ARN mensajero que codifica para la proteína CDKN1A/p21, tanto en el proceso de diferenciación de células madre embrionarias en células precursoras neuronales (primer paso en el desarrollo del sistema nervioso durante embriogénesis), como en células tumorales de varios tipos. El resultado de esta represión es una mayor proliferación o división celular, necesaria para la correcta formación de masa cerebral durante el desarrollo del sistema nervioso, pero deletérea en el caso del cáncer, donde a través de la represión de CDKN1A/p21, TRIM71 promovería el crecimiento del tumor.
-¿Supuso para ti algún problema el hecho de tener que defender tu trabajo de manera telemática?
Al principio sí. De hecho, ¡supuso un drama emocional! El día de la defensa doctoral aquí en Alemania se celebra con una serie de tradiciones y una gran fiesta con la cual yo llevaba soñando mucho tiempo. No solo yo, cualquier estudiante de doctorado sueña con que llegue el final, ya que son muchos años con una sobrecarga de trabajo importante además de muchísima tensión, presión y frustración, en definitiva, un proceso psicológicamente difícil de llevar. El día de la defensa es el día en el que todo ese esfuerzo da a su fruto y la lucha llega a su fin, y por ello aquí se celebra en grande y es un día muy emotivo.
Al enterarme de que mi defensa iba a consistir en una teleconferencia, en la que yo debía presentar mi tesis a la pantalla de un ordenador, sola en una habitación, y por supuesto sin la celebración tradicional, ¡casi me da algo! Pero pronto hice las paces con la realidad de cómo están las cosas ahora mismo, y lógicamente fui consciente de que mi “problema” no era nada en comparación con la que le está cayendo al mundo en estos momentos. Así que cuando llegó el día de la defensa, ya se me había pasado la “rabieta”, y la cogí con muchas ganas y con mucha ilusión. Y aunque pensaba que me iba a faltar el calor de los míos en un día tan especial, nada más lejos de la realidad. Todo funcionó a la perfección, y me sentí muy a gusto y muy acogida por el comité examinador y por todos mis compañeros, amigos y familiares que me acompañaban virtualmente. Incluso gente que no habría podido asistir a mi defensa si hubiera sido presencial, pudo estar allí conmigo. Así que el día fue tan feliz y especial como lo hubiera sido en las circunstancias habituales.
-¿Cómo has vivido la situación del coronavirus? En Alemania, parece que las medidas han sido más ligeras, dependiendo de cada Land.
Aquí parece ser que se está gestionando todo muy bien, a juzgar por la baja tasa de mortalidad que estamos teniendo en comparación con otros países. Pero creo que en la mayoría de países se está intentando gestionar de la mejor manera posible, dejando a un lado las críticas que se puedan hacer en unos y otros lugares, porque esta crisis no es nada fácil de llevar. Yo, sinceramente, no quisiera ponerme en la piel de quiénes asumen esa responsabilidad a diario.
En el laboratorio no hemos cerrado – show must go on! –, pero solamente puede trabajar una persona por habitación, y tenemos un calendario donde nos organizamos para venir en turnos. El resto del tiempo trabajamos desde casa y no nos viene nada mal, porque siempre tenemos un montón de cosas que leer, documentar, analizar, etc, para lo que nunca sacamos tiempo en la rutina de los experimentos. Además, la universidad de Bonn se está volcando con la situación ofreciendo todo tipo de cursos online gratuitos para que nos sigamos formando y aprendiendo desde casa.
Yo ahora mismo estoy haciendo un curso de programación en R, que es un lenguaje informático usado para el análisis estadístico y la ilustración de datos. Aunque esto es algo que hasta ahora solo era competencia de bioinformáticos, las nuevas tecnologías avanzan de tal manera que empieza a ser necesario para los biólogos moleculares también. A mí sinceramente se me da fatal todo lo referente a la informática – lo habré heredado de mi madre – pero gracias a este tiempo extra que tenemos ahora, y a esta iniciativa de la universidad de Bonn, ¡aún hay esperanza para mí!
-Vamos a contar a los lectores algo más de ti. Cuéntanos cuál ha sido tu trayectoria desde que dejaste la Escuela. ¿Cuál fue tu motivación para irte a Alemania?
Aunque mucha gente piensa que el alemán es un idioma feo/duro de escuchar, a mi desde bien pequeña me parecía muy bonito. Varios compañeros de mi colegio eran alemanes y me fascinaba escucharlos hablar. Siempre quise aprender alemán, pero nunca encontraba el tiempo para ello. Cuando volví de mi Erasmus en Budapest, solo me quedaba escribir el proyecto de final de carrera para terminar la licenciatura de Biotecnología, así que pensé que con un poco más de tiempo libre, podría empezar a aprender alemán por fin. Me compré libros de texto y ejercicios, muy emocionada. Pero los usé tres veces, porque fuera de lo laboral, tengo que decir que no soy muy disciplinada. Así que acabé el proyecto de final de carrera ¡sin haber aprendido nada de alemán! Y me dije: seamos realistas, nunca voy a aprender alemán dependiendo de mi fuerza de voluntad para sentarme a hacer ejercicios en casa durante el poco tiempo libre que tengo. ¡La única solución es irme a Alemania! Y así lo hice. No fue buscando nuevas opciones para mi carrera profesional – aunque ya sabía que aquí no me iban a faltar –, sino buscando aprender algo de lo que tenía muchas ganas hacía ya mucho tiempo.
Al acabar la carrera me tomé unos meses de descanso académico, en los que estuve en Tanzania trabajando como voluntaria en un colegio. Después de este periodo, me fui a Alemania, donde estudié un máster en medicina molecular en la universidad de Bonn. Este máster, además de las clases y las prácticas grupales, incluía las llamadas “lab rotations”, prácticas individuales de 2-3 meses en las que se tiene la oportunidad que trabajar en un proyecto de investigación de tu elección de manera bastante independiente. Unas prácticas así marcan un antes y un después respecto a tus objetivos de vida – nada que comparar con unas prácticas grupales –, ya que muestran realmente lo que es trabajar en un laboratorio, y juegan un papel fundamental en la decisión de buscar un futuro en investigación o en la industria. Tras tres «lab rotations» en tres laboratorios diferentes (dos en Bonn y uno en Singapur), sabía con seguridad que la investigación era lo que yo quería hacer con el resto de mi vida, así que busqué un laboratorio con un proyecto de que de verdad me interesara, hice mi tesis de máster allí, y me quedé a hacer el doctorado.
-¿Qué encontraste allí a nivel profesional y sobre todo, de investigación, que no hay en España?
La mayor diferencia yo diría que es la cantidad de recursos que se invierten en educación y en investigación, así como en fomentar la igualdad entre hombres y mujeres a nivel laboral. Además, me sorprendió mucho la cantidad de iniciativas que se emplean – tanto por parte del gobierno como por parte de la universidad de Bonn – para facilitar las condiciones de trabajo para madres (y padres), es decir, las facilidades que se ofrecen para fomentar un balance sano y llevadero entre la vida laboral, y la vida social y familiar.
-¿De dónde te viene la pasión por la ciencia?
Por un lado, de casa. Mi padre es médico y mi madre es enfermera, y en casa tenemos un microscopio donde mi padre analizaba muestras de pacientes, además de un pequeño laboratorio en su consulta donde preparaba esas muestras para su posterior análisis. Ver células a través del microscopio y pensar que eso era “de lo que estábamos hechos” me fascinó desde bien pequeña. Por otro lado, tuve la suerte de tener en el colegio a la mejor profesora de biología que uno se puede imaginar. Se llama Paloma, y la inspiración que ella y sus clases supusieron para mí, sin duda me han hecho ser lo que soy. Creo que a veces se subestima el grandísimo papel que puede jugar un buen profesor en el futuro de un niño. La educación es la clave de todo lo demás.
-¿Cómo descubriste que tu camino era la biotecnología?
Yo sabía desde bastante joven que me quería dedicar a la ciencia, pero no había un camino directo para ello. Las opciones eran estudiar biología o química, y luego hacer un máster enfocado en ingeniería genética. Pero pura biología o pura química, no era lo que me interesaba. Así que empecé el instituto, sin saber exactamente qué iba a estudiar después. Tuve la grandísima suerte de que la carrera de Biotecnología se estableció en la UPV en mi segundo y último año de instituto, y yo supe de ella, como caída del cielo, justo antes de hacer mis exámenes de selectividad. Cuando leí en qué consistía la carrera de Biotecnología, supe que eso era justamente lo que andaba buscando.
-¿Cuál es la importancia de la biotecnología en el momento actual y de cara al futuro?
La biotecnología juega un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad, desde mucho antes de que la llamáramos “biotecnología”. La producción de alimentos, la conservación de los ecosistemas, la cura de enfermedades… todo lo que necesitamos para subsistir, puede beneficiarse de los avances biotecnológicos, y son muchas las aplicaciones que se le puede dar a esos avances. Pero ese gran potencial, conlleva también una gran responsabilidad, y tanto desde la educación como desde la legislación se debe asegurar que se le da el uso correcto a cualquier aplicación biotecnológica.
– Tras este Excelente Summa Cum Laude y los cinco años que has estado trabajando en esta investigación, ¿qué planes profesionales tienes ahora?
De momento me quedo hasta final de año como post-doc en el laboratorio en el que estoy, para acabar una publicación que tenemos entre manos que está enfocada en el papel de TRIM71 en la esterilidad. Después me gustaría mudarme a Colonia, donde vive mi pareja y la mayoría de mis amigos, y buscar allí un laboratorio nuevo para seguir como post-doc. Aunque todavía no tengo planes concretos, mi campo de investigación general es la biología de las células madre y el cáncer, así que buscaré algo relacionado con ese campo, pero que sea lo más distinto posible – técnicamente hablando – a lo que he estado haciendo hasta ahora, para poder seguir aprendiendo cosas nuevas. Puestos a pedir, me encantaría encontrar un laboratorio centrado en la investigación de leucemia, en concreto leucemia mieloide aguda (AML), ya que afecta principalmente a niños, y por tanto me parece la “versión” más devastadora del cáncer.
-¿Te gustaría volver a España algún día?
Cuando vine a Alemania, siempre fue con el plan de volver a España algún día. Sin embargo, jamás pensé que podría llegar a estar tan a gusto aquí, de hecho, los dos primeros años aquí fueron bastante duros. Pero un día las cosas cambiaron, y empecé a conocer gente con la que de verdad conecté, y que en definitiva han hecho que me sienta en casa. Nunca se sabe dónde te va a llevar la vida, ni con qué regalos te va a sorprender. Yo llevo siete años aquí, y me siento muy afortunada de lo que tengo, y muy arropada por mi “familia alemana”, así que de momento es aquí donde quiero estar. Pero ¡nunca digas nunca! Sin duda, echo mucho de menos a mi familia y amigos en España, y me gustaría mucho poder pasar más tiempo allí, sobre todo en estos últimos años que me han “traído” dos sobrinas y un sobrino, y me resulta muy triste no poder pasar más tiempo con ellos.
-¿Qué cambios crees que deberían hacerse en España para que no perdamos talentos como el tuyo?
Lo primero y más básico en mi opinión es invertir en educación, para inspirar a los niños a desarrollar esos talentos. Creo que todos tenemos talentos, pero no se nos ayuda de la manera correcta a descubrir, aprovechar y disfrutar de esos talentos. Se nos corta a todos por un mismo patrón con un sistema educativo arcaico, basado en que todos debemos cumplir los mismos objetivos, y cuando un niño tiene un talento muy obvio, en muchos casos se le obliga a usarlo hasta aborrecerlo. En ese sentido, creo que no solo hay que invertir más en educación, sino también “invertir diferente”: desarrollar otros modelos educativos que se salgan más a menudo del aburrido libro de texto, y que aporten un ambiente más flexible y creativo, donde cada niño pueda experimentar y descubrir qué es lo que le motiva.
Incluso con el sistema educativo actual, España ya está llena de talentos. Pero no se les ofrecen las merecidas oportunidades. Las condiciones de autónomo para jóvenes emprendedores son una broma de mal gusto. Por ello, muchos jóvenes no pueden explorar su creatividad ni llevar a cabo sus proyectos, y en lugar de eso, su talento se acaba diluyendo en desmotivación mientras trabajan para alguna multinacional que no potencia su valor, la cual sí recibe ayudas u otro tipo de beneficios por parte del gobierno. Así que por supuesto, hace falta más dinero invertido en educación, investigación, y en los muchísimos jóvenes emprendedores que están a la espera de una oportunidad, ni más ni menos que justa, y adaptada a sus capacidades y sus necesidades.
-¿Recomiendas a los estudiantes salir al extranjero aunque sea por un tiempo?
¡Por supuesto! Tu casa siempre será tu casa, y para volver a tu tierra siempre hay tiempo. Pero si se tiene la oportunidad, hay que aprovecharla para salir de tu conocida zona de confort, conocer mundo, experimentar otras formas de vida y conocer otras culturas. La vida está hecha para disfrutar, aprender y conocer ¡cuanto más mejor! Estudiar/vivir en el extranjero (o simplemente viajar) te ayuda abrir la mente y a expandir tus horizontes, a empatizar y tolerar mucho más, y en definitiva a crecer.
-Por último, un consejo para los estudiantes que pronto tendrán que elegir carrera. ¿Es la biotecnología una apuesta de futuro?
Sin duda, pero solo con la pasión que requiere una profesión tan exigente, que supone tanto sacrificio – hay que pensar que las células no entienden de horarios, ni de fines de semana –, y solo con la motivación adecuada – ciertas empresas biotecnológicas están manchando el nombre de la biotecnología y están destruyendo el planeta. Vivimos en una época de crecimiento científico y tecnológico con un tremendo potencial, y está en nuestras manos aprovecharlo de manera responsable para el beneficio común del ser humano y de la naturaleza, y no sólo el de unos pocos.