Vicent Ribas, egresado de la Escuela en el Grado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural, ha recibido unos de los Premios al Mejor Estudiante de los XIX Premios del Consejo Social UPV 2020.

Además de su expediente académico, Vicent ha sido reconocido por su implicación en diferentes iniciativas sociales y de cuidado del medio natural como la recuperación  de una tradición forestal  ibicenca  muy antigua que consistía en transformar la resina de los pinos carrascos ibicencos en  alquitrán vegetal de pino.

En esta entrevista, Vicent nos habla acerca de todas estas iniciativas y de sus planes de futuro.

  • Vicent, ¿qué significa para ti haber recibido este premio?

La verdad es que cuando recibí el correo estuve muy contento. Mis años de estudiante de Ingeniería Forestal y del Medio Natural en Valencia fueron muy buenos: los disfruté mucho tanto a nivel académico como a nivel personal. Y si además recibes un premio que corrobora que no solo lo has disfrutado sino que, además, te has esforzado y que has conseguido resultados, pues es muy gratificante.

Este premio significa para mí el reconocimiento del esfuerzo (esfuerzo que yo hago gustosamente porque así lo he hecho siempre) de compatibilizar los estudios con otras actividades a nivel personal, sin que ello requiera disminuir el rendimiento académico.

  • Además de tu expediente académico, ¿qué más ha valorado el jurado para otorgarte este premio?

Supongo que, en general, mi perfil completo. La música ha tenido un papel importantísimo estos años en Valencia: he participado en la Banda Sinfónica de la UPV, me federé y soy miembro de L’Agrupació Musical L’Amistat de Quart de Poblet, donde he hecho amistades para toda la vida, también a través de la charanga Quart de To participamos desde dentro en unas fiestas tan espectaculares como lo son las Fallas… Sí, definitivamente la música y mi participación en diversas agrupaciones es un factor que habrá computado.

Sin embargo, otros aspectos como el deporte (soy primer dan de cinturón negro de Judo), la participación en cursos (he cursado un curso básico en prevención y extinción de incendios forestales y uno de flora y vegetación de los Pirineos), los idiomas y la participación en proyectos sociales también habrán tenido que ver.

  • ¿En qué proyectos sociales participas?

En el marco de la realización de mi Trabajo Fin de Grado, investigué una antigua tradición resinera de la isla de Ibiza, de donde soy. Se trataba de una tradición forestal muy antigua para utilizar la resina del pino carrasco transformada mediante hornos especiales en alquitrán vegetal, producto utilizado en múltiples usos de la vida cotidiana de antiguamente. Me dediqué a buscar testimonios, recoger información bibliográfica y geolocalizar nuevos hornos no citados. Con ello, participé en las fiestas patronales de uno de los pueblos de Ibiza que más ha apostado por la recuperación de esta tradición, Santa Agnès de Corona. Además, con mi tutor de TFG, Carlos Dopazo, redactamos un artículo que actualmente está en fase de revisión.

Por otra parte, soy socio de una asociación de productores de aceite de Ibiza, a la que cedí una maqueta de almazara tradicional ibicenca que realicé años atrás para un trabajo académico.

ingeniería forestal

  • ¿Cuál es tu motivación para involucrarte en este tipo de iniciativas?

Me he criado en el campo en el seno de una familia que siempre fue agricultora y con una relación muy estrecha con el mundo rural. Mis abuelos por ambas ramas (como mucha gente en aquella época en la isla) vivían del campo, y he crecido siempre pegado a la tierra y al bosque. Pero además, siempre me ha fascinado la etnología, la cultura tradicional y los testimonios de nuestros mayores. Poder aunar ambas pasiones en un único trabajo fue motivación suficiente para dedicarme a ello. Con el estudio de la tradición resinera juntaba mi inquietud por las tradiciones antiguas con el monte y la relación de las personas con él.

Esta misma pasión es la que me mueve a trabajar en el campo, en la finca. Siempre que tengo la oportunidad me escapo a trabajar por el monte o por el campo haciendo lo que sea. Me gusta cuidar de la finca.

  • Háblanos de tu relación con la música, ¿te viene desde pequeño?

Empecé a tocar el clarinete cuando tenía 10 años en una escuela municipal de música, el Patronato de Can Ventosa de Ibiza. Siempre la he disfrutado mucho, tanto tocar como escucharla. He hecho algún curso internacional también, y aunque siempre supe que no me iba a dedicar profesionalmente a ella, sabía que siempre sería una parte muy importante de mí. Hace 6 años empecé a tocar el saxofón también, la especialidad de saxo barítono.

Estos años que he estado en Valencia han sido espectaculares a nivel musical. El primer verano, en 2016, participé con la banda L’Amistat en el Certamen Internacional de Bandas de Valencia, tocando en sección de honor. Cuando me vi tocando el clarinete en la Sala Iturbi del Palau de la Música (a la que he ido muchas veces a ver conciertos) me pareció algo increíble. Más informal pero igual de apasionante es la experiencia de tocar en las Fallas con mi charanga.

  • ¿Y tu relación con el campo? ¿Por qué elegiste esta titulación?

El hecho de criarme en el campo y de crecer viendo a mi familia trabajar el campo y la huerta y además tener el bosque tan cerca, me han forjado como la persona que soy. Tengo recuerdos muy bonitos de cuando era muy pequeño y mi abuelo me enseñaba a regar la patata a manta. Mis abuelos, mis padres, mi hermana y mi tío, que falleció el año que yo empezaba la carrera, han sentado las bases de mi relación con el campo, y en definitiva cómo soy.

Desde siempre quise estudiar una profesión relacionada con el campo. No conocía la profesión de Ingeniero de Montes, ya que mis padres y mi hermana son de letras y mis abuelos, como digo, del campo. Cuando descubrí que había una profesión que fusionaba la pasión por la naturaleza pero desde un punto de vista técnico, me cautivó. El principio fundamental de conocer la naturaleza para poder utilizarla sin perjudicarla me parece fascinante.

A día de hoy, estoy muy satisfecho con mis años de estudiante de Ingeniería Forestal y del Medio Natural. Además, este principio que digo está (o al menos debería estar) muy vigente en un mundo que aboga hacia la transición climática sostenible.

  • ¿En qué ha consistido el proyecto que has llevado a cabo en Ibiza para recuperar una tradición antigua sobre la resina?

Como he dicho, se trataba la recuperación de una tradición ibicenca que consistía en transformar la resina de los pinos carrascos ibicencos en un producto que se utilizaba en muchos ámbitos (protección de maderas expuestas a la humedad, fabricación de zapatos, calafateo de barcos…), que era el alquitrán vegetal de pino.

Lo que proponía era la combinación de esta forma de aprovechamiento forestal con la elaboración de fajas de protección de incendios, estableciendo alguna manera para que los beneficios derivados fueran recuperar la tradición, darla a conocer, producir un producto sostenible que algunos constructores de barcos tradicionales ibicencos (llaüts y xalanes) todavía utilizan y crear zonas de discontinuidad de la masa arbolada para generar zonas de bajo riesgo de incendio.

De la mano de algunos testimonios que me ayudaron a recopilar la información, que me lo ofrecieron, participé en un puesto informativo de las fiestas patronales de Santa Agnès de Corona explicando a la gente la naturaleza de este aprovechamiento tradicional de los pinos ibicencos que antaño tuvo gran profusión.

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  • ¿Cuál es la importancia de recuperar tradiciones antiguas y volver al origen del respeto y agradecimiento por lo que la naturaleza nos ofrece?

Cada vez más, la sociedad actual está más desvinculada del medio rural. Y, de entre toda la problemática que ello conlleva, hay un aspecto especialmente triste: el olvido de todo el acervo cultural que nuestros antepasados han ido forjando durante los años.

Cuando mis abuelas hablan entre ellas de tradiciones o formas de hacer los quehaceres antiguos, despierta en mí una curiosidad que es lo que me mueve (y más aún si son tradiciones rurales y forestales). Creo que la sociedad nunca debería perder esa curiosidad, y no solo no perderla, sino trabajar activamente para recuperarla. Sé de gente que vive por esta recuperación de tradiciones, pero desgraciadamente en la mayor parte de la sociedad no es así.

¿La importancia? Toda la importancia. En una época de cambio como la que vivimos actualmente, debemos mirar atrás, porque muchos de los problemas pueden tener más fácil solución si aprendemos de nuestros antepasados. Especialmente en la rama de mi profesión, las tradiciones forestales, bien mantenidas, gestionadas y sostenibles, pueden ser la respuesta a muchos de los problemas que actualmente azotan la sociedad. Y en aquellos en los que no, pues por lo menos darán un punto de vista diferente.

Porque si algo tiene la profesión de Ingeniero de Montes, es que te ayuda a ver las cosas con una escala espacial y temporal más tendida, aprendiendo a mirar atrás para ver a dónde vamos. Aprendiendo a leer de la naturaleza.

 

  • ¿Recomiendas a los estudiantes que durante los estudios participen también en proyectos que les apasionen y que puedan aportar algo a la sociedad?

Sin duda. De lo que se trata es de exprimir esa curiosidad de la que hablábamos. Tampoco se trata de hacer grandes proyectos ni grandes aportaciones, sino de conocer aquello que nos gusta y enfocar nuestro esfuerzo para que de alguna manera tenga un beneficio para la sociedad.

  • ¿Cuáles son tus planes de futuro?

Actualmente estoy cursando el máster en Ingeniería de Montes en la Universidad Politécnica de Madrid. Para este verano tengo pensado buscarme unas prácticas en el sector forestal español y el año que viene, si el COVID-19 nos deja, iré a la Universidad de Helsinki a acabar el máster. Para cuando acabe, la idea es trabajar un tiempo con el servicio forestal de los Estados Unidos (USDA Forest Service) con una beca que he recibido. Y luego, sobre la marcha.