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«El Doble Máster MUIA + MUBMC ofrece formación en técnicas moleculares y de vanguardia»

La escuela ofrecerá a partir de septiembre de 2020 el Doble Título de Máster Universitario en Ingeniería Agronómica (MUIA) y Máster Universitario en Biotecnología Molecular y Celular de Plantas (MUBMC), coordinado con el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV).

El profesor José Miguel Mulet, coodinador de este doble máster, nos habla de las ventajas de cursar este doble máster, que ofrece una formación completa en las técnicas moleculares y de vanguardia.

-¿Por qué se ha puesto en marcha este doble máster?

Tanto desde la dirección de la EAMN como desde el IBMCP hemos detectado el creciente interés por parte de un sector de los futuros ingenieros agrónomos en las técnicas moleculares relacionadas con las biotecnología molecular y celular de plantas, no solo a nivel de desarrollo de nuevas variedades o de propagación de material vegetal, sino en sus aplicaciones en fitopatología, por lo que pensamos que esta doble titulación viene a cubrir una demanda importante y permite a los alumnos egresados ampliar sus horizontes profesionales.

-¿Cuál es su objetivo?

El objetivo es dotar a los futuros ingenieros agrónomos de, además de su formación como tal,  una formación completa en las técnicas moleculares y de vanguardia que se utilizan en el ámbito de la agronomía y de la investigación en biología vegetal.

-¿Qué competencias adquirirán los estudiantes que lo cursen?

Los estudiantes van a conseguir una sólida formación en técnicas como la transgénesis vegetal, en las New Breeding techniques incluyendo el CRISPR/Cas9, en biología de sistemas, tanto a nivel de bioinformática como de genómica, proteómica y metabolómica, y en las aplicaciones derivadas de todas estás técnicas para hacer frente a problemas ambientales derivados del cambio climático (sequía, salinidad, calor), como de los problemas derivados por patógenos, así como el uso de estas técnicas para desarrollar mejores variedades.

-¿Cómo se va a llevar a cabo?

El alumnado debe cumplir el criterio de admisión en el Máster Universitario en Ingeniería Agronómica, por ser este un máster habilitante. Luego habrá una segunda selección entre los solicitantes al doble título. La estructura será como sigue:

– 1er curso (60 ECTS): coincide exactamente con el primer curso del Máster Universitario en Ingeniería Agronómica: http://www.upv.es/titulaciones/MUIAGRO/menu_920143c.html

– 2º curso – semestre A (30 ECTS): cursarán las asignaturas de la MATERIA de Especialización en Biotecnología: http://www.upv.es/titulaciones/MUIAGRO/menu_920143c.html

– 2º curso – semestre B (42 ECTS): coincide exactamente con el Módulo 2 del Máster Universitario en Biotecnología Molecular y Celular de Plantas: https://www.upv.es/titulaciones/MUBMCP/menu_1013398c.html y el Trabajo Fin de Máster del MUIA (32028, 12 ECTS)

– 3er curso – (30 créditos): coincide exactamente con el Módulo 3 del Máster Universitario en Biotecnología Molecular y Celular de Plantas: https://www.upv.es/titulaciones/MUBMCP/menu_1013398c.html y el Trabajo Fin de Máster MUBMCP (32728, 25 créditos).

-¿Qué ventajas tiene cursar un doble máster?

Los egresados y egresadas, además de obtener dos títulos, tienen una formación mucho más completa, abarcarán un campo más amplio y multiplicarán tus posibilidades laborales.

-¿Cuántas plazas se van a ofertar? ¿Qué demanda se espera?

Para empezar ofertaremos 5 plazas, revisable en función de la demanda. Pero, en principio, no va a ser una oferta mucho mayor, ya que eso nos permite seleccionar a un alumnado muy motivado.

-¿Qué salidas profesionales tendrán los egresados?

Empresas de semillas y de recursos genéticos, una carrera en investigación en agronomía o en biotecnología vegetal, etc..

-¿Es este doble máster  una titulación de futuro?

Es una titulación de futuro… y de presente.

 

 

 

 

Lucía Torres: «La biotecnología juega un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad»

Lucía Torres Fernández, egresada de nuestra Escuela en la titulación de Biotecnología, ha recibido de la Universidad de Bonn un Excelente Summa Cum Laude por su tesis doctoral.

Lucía, ahora ya doctora en Medicina Molecular, ha defendido vía telemática ante el tribunal su investigación sobre la función de la proteína TRIM71/LIN-41, que abre nuevas vías tratar algunos tipos de cáncer.

Hemos hablado con Lucía que nos ha contado cómo fue la experiencia, la importancia de la biotecnología y sus planes de futuro.

– Lucía, lo primero, desde la Escuela queremos darte la enhorabuena por tu Excelente cum laude. ¿Qué supone para ti en tu trayectoria profesional?

¡Muchas gracias! Es, por supuesto, un honor para mí que mi trabajo en los últimos años se califique como Summa Cum Laude, estoy muy agradecida. Pero independientemente de la calificación, me hace muy feliz haber acabado el doctorado por fin y poder cerrar esta etapa para empezar nuevos retos. Han sido unos años muy muy duros, pero he aprendido muchísimo y disfrutado enormemente del trayecto. Para mí, la finalidad del doctorado era formarme como científica madura y competente, pero por encima del crecimiento profesional que me han brindado estos años, esta etapa ha supuesto para mí un enorme crecimiento personal a muchísimos niveles.

– ¿En qué ha consistido tu investigación sobre la proteína TRIM71? ¿Cuál es la aplicación innovadora que tiene tu investigación?

TRIM71 es una proteína altamente conservada (presente en todo tipo de animales, incluyendo invertebrados) cuya función es esencial durante el desarrollo embrionario. TRIM71 se expresa exclusivamente en células madre embrionarias y participa en el desarrollo del sistema nervioso y el sistema reproductivo. Por ello, mutaciones que inactivan la función de TRIM71 causan defectos en el desarrollo de estos órganos y están asociadas con patologías como la hidrocefalia congénita y la esterilidad. Entender el funcionamiento de TRIM71 abre por tanto nuevas puertas para tratar este tipo de enfermedades congénitas durante el embarazo, y para desarrollar tratamientos de fertilidad en adultos.

Aparte de su función fisiológica durante el desarrollo embrionario, TRIM71 también tiene una función patológica en algunos tipos de cáncer. Tras cumplir su función en etapas tempranas del desarrollo embrionario, la expresión de TRIM71 se silencia genéticamente, estando prácticamente ausente en un organismo adulto sano (con excepción de las células madre espermáticas). Sin embargo, la expresión de TRIM71 se reactiva en algunos tipos de cáncer, y promueve la proliferación y la supervivencia de las células tumorales. Se ha observado que pacientes con una alta expresión de TRIM71 en sus células tumorales desarrollan tumores más malignos y tienen por tanto una tasa de mortalidad más elevada. Debido a su restringida expresión en estas células, y su ausencia en el resto del organismo, TRIM71 es una diana muy prometedora para desarrollar un tratamiento que ataque específicamente a las células tumorales con mínimos efectos secundarios para el paciente.

Sin embargo, para poder desarrollar tratamientos que inhiban TRIM71 en un futuro todavía algo lejano, primero es necesario entender cómo funciona esta proteína molecularmente. En mi tesis doctoral me he dedicado a desenmascarar los mecanismos moleculares de TRIM71, que es un represor de ARNs cuyo funcionamiento exacto se desconocía. He conseguido elucidar los mecanismos de reconocimiento y degradación de ARN promovidos por TRIM71 en células madre y células cancerosas, además de caracterizar en detalle la regulación de una de sus dianas, llamada CDKN1A/p21, que es un importante inhibidor de la división celular y un supresor de tumores.

Hemos observado que TRIM71 reprime el ARN mensajero que codifica para la proteína CDKN1A/p21, tanto en el proceso de diferenciación de células madre embrionarias en células precursoras neuronales (primer paso en el desarrollo del sistema nervioso durante embriogénesis), como en células tumorales de varios tipos. El resultado de esta represión es una mayor proliferación o división celular, necesaria para la correcta formación de masa cerebral durante el desarrollo del sistema nervioso, pero deletérea en el caso del cáncer, donde a través de la represión de CDKN1A/p21, TRIM71 promovería el crecimiento del tumor.

-¿Supuso para ti algún problema el hecho de tener que defender tu trabajo de manera telemática?

Al principio sí. De hecho, ¡supuso un drama emocional! El día de la defensa doctoral aquí en Alemania se celebra con una serie de tradiciones y una gran fiesta con la cual yo llevaba soñando mucho tiempo. No solo yo, cualquier estudiante de doctorado sueña con que llegue el final, ya que son muchos años con una sobrecarga de trabajo importante además de muchísima tensión, presión y frustración, en definitiva, un proceso psicológicamente difícil de llevar. El día de la defensa es el día en el que todo ese esfuerzo da a su fruto y la lucha llega a su fin, y por ello aquí se celebra en grande y es un día muy emotivo.

Al enterarme de que mi defensa iba a consistir en una teleconferencia, en la que yo debía presentar mi tesis a la pantalla de un ordenador, sola en una habitación, y por supuesto sin la celebración tradicional, ¡casi me da algo! Pero pronto hice las paces con la realidad de cómo están las cosas ahora mismo, y lógicamente fui consciente de que mi “problema” no era nada en comparación con la que le está cayendo al mundo en estos momentos. Así que cuando llegó el día de la defensa, ya se me había pasado la “rabieta”, y la cogí con muchas ganas y con mucha ilusión. Y aunque pensaba que me iba a faltar el calor de los míos en un día tan especial, nada más lejos de la realidad. Todo funcionó a la perfección, y me sentí muy a gusto y muy acogida por el comité examinador y por todos mis compañeros, amigos y familiares que me acompañaban virtualmente. Incluso gente que no habría podido asistir a mi defensa si hubiera sido presencial, pudo estar allí conmigo. Así que el día fue tan feliz y especial como lo hubiera sido en las circunstancias habituales.

-¿Cómo has vivido la situación del coronavirus? En Alemania, parece que las medidas han sido más ligeras, dependiendo de cada Land.

Aquí parece ser que se está gestionando todo muy bien, a juzgar por la baja tasa de mortalidad que estamos teniendo en comparación con otros países. Pero creo que en la mayoría de países se está intentando gestionar de la mejor manera posible, dejando a un lado las críticas que se puedan hacer en unos y otros lugares, porque esta crisis no es nada fácil de llevar. Yo, sinceramente, no quisiera ponerme en la piel de quiénes asumen esa responsabilidad a diario.

En el laboratorio no hemos cerrado – show must go on! –, pero solamente puede trabajar una persona por habitación, y tenemos un calendario donde nos organizamos para venir en turnos. El resto del tiempo trabajamos desde casa y no nos viene nada mal, porque siempre tenemos un montón de cosas que leer, documentar, analizar, etc, para lo que nunca sacamos tiempo en la rutina de los experimentos. Además, la universidad de Bonn se está volcando con la situación ofreciendo todo tipo de cursos online gratuitos para que nos sigamos formando y aprendiendo desde casa.

Yo ahora mismo estoy haciendo un curso de programación en R, que es un lenguaje informático usado para el análisis estadístico y la ilustración de datos. Aunque esto es algo que hasta ahora solo era competencia de bioinformáticos, las nuevas tecnologías avanzan de tal manera que empieza a ser necesario para los biólogos moleculares también. A mí sinceramente se me da fatal todo lo referente a la informática – lo habré heredado de mi madre – pero gracias a este tiempo extra que tenemos ahora, y a esta iniciativa de la universidad de Bonn, ¡aún hay esperanza para mí!

-Vamos a contar a los lectores algo más de ti. Cuéntanos cuál ha sido tu trayectoria desde que dejaste la Escuela. ¿Cuál fue tu motivación para irte a Alemania?

Aunque mucha gente piensa que el alemán es un idioma feo/duro de escuchar, a mi desde bien pequeña me parecía muy bonito. Varios compañeros de mi colegio eran alemanes y me fascinaba escucharlos hablar. Siempre quise aprender alemán, pero nunca encontraba el tiempo para ello. Cuando volví de mi Erasmus en Budapest, solo me quedaba escribir el proyecto de final de carrera para terminar la licenciatura de Biotecnología, así que pensé que con un poco más de tiempo libre, podría empezar a aprender alemán por fin. Me compré libros de texto y ejercicios, muy emocionada. Pero los usé tres veces, porque fuera de lo laboral, tengo que decir que no soy muy disciplinada. Así que acabé el proyecto de final de carrera ¡sin haber aprendido nada de alemán! Y me dije: seamos realistas, nunca voy a aprender alemán dependiendo de mi fuerza de voluntad para sentarme a hacer ejercicios en casa durante el poco tiempo libre que tengo. ¡La única solución es irme a Alemania! Y así lo hice. No fue buscando nuevas opciones para mi carrera profesional – aunque ya sabía que aquí no me iban a faltar –, sino buscando aprender algo de lo que tenía muchas ganas hacía ya mucho tiempo.

Al acabar la carrera me tomé unos meses de descanso académico, en los que estuve en Tanzania trabajando como voluntaria en un colegio. Después de este periodo, me fui a Alemania, donde estudié un máster en medicina molecular en la universidad de Bonn. Este máster, además de las clases y las prácticas grupales, incluía las llamadas “lab rotations”, prácticas individuales de 2-3 meses en las que se tiene la oportunidad que trabajar en un proyecto de investigación de tu elección de manera bastante independiente. Unas prácticas así marcan un antes y un después respecto a tus objetivos de vida – nada que comparar con unas prácticas grupales –, ya que muestran realmente lo que es trabajar en un laboratorio, y juegan un papel fundamental en la decisión de buscar un futuro en investigación o en la industria. Tras tres «lab rotations» en tres laboratorios diferentes (dos en Bonn y uno en Singapur), sabía con seguridad que la investigación era lo que yo quería hacer con el resto de mi vida, así que busqué un laboratorio con un proyecto de que de verdad me interesara, hice mi tesis de máster allí, y me quedé a hacer el doctorado.

-¿Qué encontraste allí a nivel profesional y sobre todo, de investigación, que no hay en España?

La mayor diferencia yo diría que es la cantidad de recursos que se invierten en educación y en investigación, así como en fomentar la igualdad entre hombres y mujeres a nivel laboral. Además, me sorprendió mucho la cantidad de iniciativas que se emplean – tanto por parte del gobierno como por parte de la universidad de Bonn – para facilitar las condiciones de trabajo para madres (y padres), es decir, las facilidades que se ofrecen para fomentar un balance sano y llevadero entre la vida laboral, y la vida social y familiar.

-¿De dónde te viene la pasión por la ciencia?

Por un lado, de casa. Mi padre es médico y mi madre es enfermera, y en casa tenemos un microscopio donde mi padre analizaba muestras de pacientes, además de un pequeño laboratorio en su consulta donde preparaba esas muestras para su posterior análisis. Ver células a través del microscopio y pensar que eso era “de lo que estábamos hechos” me fascinó desde bien pequeña. Por otro lado, tuve la suerte de tener en el colegio a la mejor profesora de biología que uno se puede imaginar. Se llama Paloma, y la inspiración que ella y sus clases supusieron para mí, sin duda me han hecho ser lo que soy. Creo que a veces se subestima el grandísimo papel que puede jugar un buen profesor en el futuro de un niño. La educación es la clave de todo lo demás.

-¿Cómo descubriste que tu camino era la biotecnología?

Yo sabía desde bastante joven que me quería dedicar a la ciencia, pero no había un camino directo para ello. Las opciones eran estudiar biología o química, y luego hacer un máster enfocado en ingeniería genética. Pero pura biología o pura química, no era lo que me interesaba. Así que empecé el instituto, sin saber exactamente qué iba a estudiar después. Tuve la grandísima suerte de que la carrera de Biotecnología se estableció en la UPV en mi segundo y último año de instituto, y yo supe de ella, como caída del cielo, justo antes de hacer mis exámenes de selectividad. Cuando leí en qué consistía la carrera de Biotecnología, supe que eso era justamente lo que andaba buscando.

-¿Cuál es la importancia de la biotecnología en el momento actual y de cara al futuro?

La biotecnología juega un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad, desde mucho antes de que la llamáramos “biotecnología”. La producción de alimentos, la conservación de los ecosistemas, la cura de enfermedades… todo lo que necesitamos para subsistir, puede beneficiarse de los avances biotecnológicos, y son muchas las aplicaciones que se le puede dar a esos avances. Pero ese gran potencial, conlleva también una gran responsabilidad, y tanto desde la educación como desde la legislación se debe asegurar que se le da el uso correcto a cualquier aplicación biotecnológica.

– Tras este Excelente Summa Cum Laude y los cinco años que has estado trabajando en esta investigación, ¿qué planes profesionales tienes ahora?

De momento me quedo hasta final de año como post-doc en el laboratorio en el que estoy, para acabar una publicación que tenemos entre manos que está enfocada en el papel de TRIM71 en la esterilidad. Después me gustaría mudarme a Colonia, donde vive mi pareja y la mayoría de mis amigos, y buscar allí un laboratorio nuevo para seguir como post-doc. Aunque todavía no tengo planes concretos, mi campo de investigación general es la biología de las células madre y el cáncer, así que buscaré algo relacionado con ese campo, pero que sea lo más distinto posible – técnicamente hablando – a lo que he estado haciendo hasta ahora, para poder seguir aprendiendo cosas nuevas. Puestos a pedir, me encantaría encontrar un laboratorio centrado en la investigación de leucemia, en concreto leucemia mieloide aguda (AML), ya que afecta principalmente a niños, y por tanto me parece la “versión” más devastadora del cáncer.

-¿Te gustaría volver a España algún día?

Cuando vine a Alemania, siempre fue con el plan de volver a España algún día. Sin embargo, jamás pensé que podría llegar a estar tan a gusto aquí, de hecho, los dos primeros años aquí fueron bastante duros. Pero un día las cosas cambiaron, y empecé a conocer gente con la que de verdad conecté, y que en definitiva han hecho que me sienta en casa. Nunca se sabe dónde te va a llevar la vida, ni con qué regalos te va a sorprender. Yo llevo siete años aquí, y me siento muy afortunada de lo que tengo, y muy arropada por mi “familia alemana”, así que de momento es aquí donde quiero estar. Pero ¡nunca digas nunca! Sin duda, echo mucho de menos a mi familia y amigos en España, y me gustaría mucho poder pasar más tiempo allí, sobre todo en estos últimos años que me han “traído” dos sobrinas y un sobrino, y me resulta muy triste no poder pasar más tiempo con ellos.

-¿Qué cambios crees que deberían hacerse en España para que no perdamos talentos como el tuyo?

Lo primero y más básico en mi opinión es invertir en educación, para inspirar a los niños a desarrollar esos talentos. Creo que todos tenemos talentos, pero no se nos ayuda de la manera correcta a descubrir, aprovechar y disfrutar de esos talentos. Se nos corta a todos por un mismo patrón con un sistema educativo arcaico, basado en que todos debemos cumplir los mismos objetivos, y cuando un niño tiene un talento muy obvio, en muchos casos se le obliga a usarlo hasta aborrecerlo. En ese sentido, creo que no solo hay que invertir más en educación, sino también “invertir diferente”: desarrollar otros modelos educativos que se salgan más a menudo del aburrido libro de texto, y que aporten un ambiente más flexible y creativo, donde cada niño pueda experimentar y descubrir qué es lo que le motiva.

Incluso con el sistema educativo actual, España ya está llena de talentos. Pero no se les ofrecen las merecidas oportunidades. Las condiciones de autónomo para jóvenes emprendedores son una broma de mal gusto. Por ello, muchos jóvenes no pueden explorar su creatividad ni llevar a cabo sus proyectos, y en lugar de eso, su talento se acaba diluyendo en desmotivación mientras trabajan para alguna multinacional que no potencia su valor, la cual sí recibe ayudas u otro tipo de beneficios por parte del gobierno. Así que por supuesto, hace falta más dinero invertido en educación, investigación, y en los muchísimos jóvenes emprendedores que están a la espera de una oportunidad, ni más ni menos que justa, y adaptada a sus capacidades y sus necesidades.

-¿Recomiendas a los estudiantes salir al extranjero aunque sea por un tiempo?

¡Por supuesto! Tu casa siempre será tu casa, y para volver a tu tierra siempre hay tiempo. Pero si se tiene la oportunidad, hay que aprovecharla para salir de tu conocida zona de confort, conocer mundo, experimentar otras formas de vida y conocer otras culturas. La vida está hecha para disfrutar, aprender y conocer ¡cuanto más mejor! Estudiar/vivir en el extranjero (o simplemente viajar) te ayuda abrir la mente y a expandir tus horizontes, a empatizar y tolerar mucho más, y en definitiva a crecer.

-Por último, un consejo para los estudiantes que pronto tendrán que elegir carrera. ¿Es la biotecnología una apuesta de futuro?

Sin duda, pero solo con la pasión que requiere una profesión tan exigente, que supone tanto sacrificio – hay que pensar que las células no entienden de horarios, ni de fines de semana –, y solo con la motivación adecuada – ciertas empresas biotecnológicas están manchando el nombre de la biotecnología y están destruyendo el planeta. Vivimos en una época de crecimiento científico y tecnológico con un tremendo potencial, y está en nuestras manos aprovecharlo de manera responsable para el beneficio común del ser humano y de la naturaleza, y no sólo el de unos pocos.

 

 

 

«Los egresados del Doble Máster Ingeniería Agronómica y Enología tendrán un perfil profesional con mucho futuro y un papel clave en el desarrollo de nuestro país»

enología

José Luis Aleixandre, coordinador del doble máster.

La producción y consumo de vino forma parte integral de la cultura mediterránea, por lo que la industria vitivinícola es de gran importancia para nuestro país, que cuenta con la mayor superficie de viñedo del mundo y es el tercer productor mundial de vino.

Siendo el vitivinícola un sector de futuro, el Consejo de Gobierno de la Universitat Politècnica de València ha aprobado el doble Máster Universitario en Ingeniería Agronómica (MUIAGRO) y Máster Universitario en Enología (MUENO), que comenzará a impartirse en septiembre de 2020 en nuestra Escuela.

Guillermo Palau y José Luis Aleixandre, coordinadores del título, nos hablan de las ventajas y beneficios de cursar esta doble titulación.

enología

Guillermo Palau, coordinador del doble máster.

-¿Por qué se ha puesto en marcha este doble máster?

La producción y consumo de vino forma parte integral de la cultura mediterránea. La industria vitivinícola es de gran importancia para nosotros, siendo España el país con la mayor superficie de viñedo del mundo y el tercer productor mundial de vino. Por ello, se considera que para los titulados/as en Ingeniería Agronómica, con una sólida formación multidisciplinar en sistemas de producción agroalimentarios, puede ser muy interesante adquirir una formación específica en Enología, lo que ha motivado la puesta en marcha de este doble título de máster.

-¿Cuál es su objetivo?

El MUIAGRO habilita para ejercer la profesión regulada de Ingeniero/a Agrónomo/a, mientras que el MUENO va dirigido a la formación de profesionales de la producción y la elaboración del vino, de técnicos y directivos de empresas del sector y a futuros investigadores y especialistas en tecnología e innovación vitivinícola. Por ello, el objetivo del doble título es formar profesionales de la Ingeniería Agronómica que sean, además, especialistas en el campo vitivinícola. Por otro lado, el doble máster permite la formación de futuros investigadores con el fin de que sus egresados puedan continuar con los estudios de doctorado, si lo desean.

-¿Qué competencias adquirirán los estudiantes que lo cursen?

De acuerdo con el objetivo del doble título, los estudiantes que lo cursen adquirirán las competencias propias de la profesión de Ingeniería Agronómica así como aquellas que les permitan realizar todos los trabajos inherentes a la producción de vinos de calidad y al control y desarrollo de todas las fases del proceso de elaboración y crianza de vinos.

-¿Cómo se va a llevar a cabo?

El 1er curso (60 ECTS) del doble máster coincide exactamente con el primer curso del MUIAGRO. En el 2º año se cursarán las asignaturas del módulo 5 (especialización) del MUIAGRO junto con las asignaturas del módulo de enología y del módulo de intensificación del MUENO, así como prácticas curriculares en empresa vitivinícola y los TFM.

Este doble máster puede cursarse independientemente de la especialidad que se haya elegido en el MUIAGRO (Producción Vegetal, Ciencia y Tecnología de la Producción Animal, Industrias Agroalimentarias, Ingeniería Rural, Economía Alimentaria para el Desarrollo o Biotecnología). Tanto los horarios como la planificación del curso se han diseñado de manera que el alumno pueda realizar todas las actividades previstas en dos cursos, y no en los tres y medio que supondría cursar ambos títulos de forma independiente.

-¿Qué ventajas tiene cursar un doble máster?

Cursar este doble máster permite adquirir las competencias de ambos másteres siguiendo un itinerario académico integrado. Esto representa la ventaja de tener un coste temporal inferior al que tendría si cursara ambos másteres de forma independiente. Así, en lugar de cursar los 174 ECTs correspondientes a ambas titulaciones (102 del MUIAGRO y 72 del MUENO) el alumno cursará 147 ECTs en el doble máster. Además, podrá cursar las asignaturas correspondientes a 2º curso del MUIAGRO a la vez que las que debe cursar en el MUENO. Como ya se ha indicado, el doble máster representa un ahorro temporal de un año y medio con respecto a cursar ambos títulos de forma independiente.

-¿Cuántas plazas se van a ofertar? ¿Qué demanda se espera?

Se van a ofertar 15 plazas para el próximo curso. Se espera una elevada demanda por parte del alumnado. Cabe destacar que, como se ha señalado anteriormente, este doble máster puede ser cursado por los alumnos de cualquier especialidad del MUIAGRO, lo que lo hace muy atractivo ya que completará la formación de los Ingenieros/as Agrónomos/as con competencias relacionadas con el sector vitivinícola, sector clave para la economía española.

-¿Qué salidas profesionales tendrán los egresados?

Las salidas profesionales de los egresados serán todas aquellas correspondientes a la titulación de Ingeniería Agronómica (explotaciones agrícolas y ganaderas, infraestructuras rurales, economía agraria…). Además, los conocimientos y competencias adquiridos en el campo de la enología les dará capacidades más específicas de un enólogo, pudiendo además desarrollar su trabajo en una bodega o en una empresa de servicios auxiliares dentro del sector vitivinícola.

-¿Es este doble máster una titulación de futuro?

La Ingeniería Agronómica desempeña un papel fundamental en el sector agroalimentario, estratégico para nuestro país. La crisis que estamos viviendo pone de manifiesto el valor y la importancia de estos profesionales para nuestra sociedad. Si unimos esto a la relevancia del sector vitivinícola en España, no cabe duda que los egresados del Doble Máster Ingeniería Agronómica y Enología tendrán un perfil profesional con mucho futuro que desempeñará un papel clave en el desarrollo de nuestro país.

 

Mireia Mollà: «En el marco de carácter imprescindible de nuestro sector primario, es esencial la formación y la contribución de los ingenieros agrónomos»

Mireia Mollà, consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana, visitó nuestra Escuela con motivo de nuestro 60 AniversarioEste mes de mayo se ha cumplido el primer año de su mandato, y en una situación como la que estamos pasando a causa de la crisis de la covid-19, la Consellera pone en valor al sector agroalimentario y destaca la labor de los ingenieros agrónomos en la sociedad.

 -Consellera, en mayo se ha cumplido el primer año de su mandato.¿Qué balance hace de este tiempo?

Es un momento complejo para hacer balance porque parece que la crisis sanitaria de la covid-19 lleve mucho tiempo instalada y hace aparecer una sensación de parálisis que no es real. No solo en este tiempo donde hemos puesto en marcha ayudas por encima de los 10 millones de euros para los sectores más afectados y hemos gestionado otros 115 dentro del trabajo continuo de la Conselleria, sino que desde que tomé posesión en mayo del año pasado hemos puesto en marcha medidas, estrategias y políticas importantes,he mantenido reuniones y encuentros con muchas entidades, agentes, plataformas… dentro de la voluntad de hacer política desde la coordinación, el consenso y la conjugación de intereses, sobre todo en una Conselleria como la de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica donde todas las áreas están interconectadas y cada una repercute en todas las demás.

Este primer año hemos conseguido algunos objetivos. Uno de los primeros fue que el  Consell aprobara la declaración de Emergencia Climática en la Comunitat Valenciana; una declaración necesaria, que va en consonancia con las exigencias europeas hacia una transición ecológica y que estoy convencida de que será uno de las grandes revoluciones de nuestro tiempo y uno de los grandes desafíos para conseguir la justicia social. Para adelantarnos, para anticiparnos en las medidas de adaptación y mitigación, antes de final de año ya empezamos a  trabajar en la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica, cuyo borrador presentaremos a finales de mayo con la convicción de que la nueva normalidad debe ser la de la transición ecológica decidida.

A la lucha contra el cambio climático quiero añadir el diálogo constante con las organizaciones y entidades del sector agrario y de la industria agroalimentaria. La crisis de la covid-19  ha evidenciado algunas cuestiones y una de las más importantes es la condición imprescindible, indispensable, esencial de la producción agroalimentaria. Y por tanto, la necesidad imprescindible, indispensable y esencial de buscar soluciones que garanticen la vida digna en el campo.

Con ese espíritu, desde la Conselleria hemos mantenido reuniones con todo el sector. He reclamado medidas al Ministerio en todas las conferencias sectoriales para proteger al sector ante la competencia desleal, para reducir las cargas, para negociar firmemente en Europa. Hemos retomado las sinergias con otras regiones mediterráneas en Bruselas para ampliar las ayudas, para defender una política europea que recupere la preferencia comunitaria y  para negociar una nueva PAC que tenga en cuenta la perspectiva y las particularidades de la agricultura mediterránea.

-¿Qué área le está resultando más gratificante gestionar?

Todas las áreas conllevan una amplia responsabilidad porque tienen un impacto directo en la vida de las personas: la soberanía alimentaria, las estrategias contra el despoblamiento, el futuro del sector primario, la protección del medio ambiente, la lucha contra el calentamiento global, las políticas energéticas, la economía circular, la garantía de los recursos…todas tienen importantes consecuencias.
Esa es la gratificación, introducir cambios que mejoren el día a día de la gente y, por supuesto, también el reto.

-¿Cuál es la contribución que un ingeniero agrónomo puede hacer a la sociedad, en un momento como el actual con la crisis del coronavirus?

Durante la actual crisis se ha puesto de manifiesto la importancia del sector primario de agricultores y agricultoras, ganaderos y ganaderas, del sector pesquero y de todas las personas que trabajan en las industrias agroalimentarias.
Una idea a la que suelo referirme es a la de la alimentación como un derecho fundamental básico, que convierte la producción de materias primas y su transformación en un servicio público que jamás puede pasar de moda porque está en el trasfondo de la existencia humana.
En ese marco de carácter imprescindible de nuestro sector primario, es esencial la formación y la contribución de los ingenieros agrónomos, como profesionales y agentes activos en la gestión de la producción de alimentos, en el desarrollo y aplicación de la ciencia y la tecnología para la producción agrícola y ganadera, en la protección y planificación del medio natural y forestal, para investigar, innovar y poner en marcha herramientas y materiales que mejoren los procesos y la gestión de los recursos.

La Consellera participó en el acto conmemorativo del 60 Aniversario de la Escuela, en diciembre de 2019. En la foto, la vemos entre el rector de la UPV, Francisco J. Mora y el director de la Escuela, Alberto San Bautista, junto con todos los directores de la Escuela durante estos 60 años.

 

-Es momento de poner en valor el gran trabajo del sector agroalimentario. ¿Qué medidas se están tomando desde la Conselleria?

Como hemos comentado, el esfuerzo y el trabajo de las personas en la agricultura, en la ganadería y en la pesca han sido las facilitadoras, las posibilitadoras de que muchas otras hayan mantenido el confinamiento con garantías y con la seguridad de que el abastecimiento ni está ni ha estado nunca en peligro. Un pilar de estabilidad si pensamos en las colas y en las situaciones que se vivieron durante los primeros días desde la declaración del Estado de Alarma.

Desde la Conselleria somos conscientes de ese valor que hay que preservar y cuidar y cultivar, y también sabemos que hay cuestiones estructurales que hay que revertir. No puede ser que se venda por debajo del precio de producción, una situación que en cualquier otro sector sería impensable y no puede ser que las reglas del juego no sean las mismas, provocando desequilibros que afecten negativamente en nuestros productores.

Ante esto,hemos creado foros de diálogo y coordinación: la Mesa de la Producción Agraria (que se inauguró en febrero) y la Mesa de la PAC para defender una negociación favorable a nuestros intereses. En Europa hemos vuelto a los foros que agrupan a los territorios productores del Mediterráneo.

Además de las inversiones que hemos puesto en marcha: un 20% a las explotaciones agrarias, un 30% más a la figuras de calidad diferenciada, dos millones más a la contratación de seguros agrarios siendo de nuevo la Comunidad Autónoma que más aporta, hemos desarrollado campañas de promoción en los principales países de destino de nuestras importaciones, trabajamos ya en el II Plan Valenciano de Agricultura Ecológica, mantenemos íntegras las ayudas a los seguros agrarios, creamos el Consell de l’Horta, y apelamos también al compromiso del consumidor para apostar por los productos, frescos de temporada y de proximidad con la iniciativa Molt de Gust.

-¿Servirá esta crisis para concienciar a la sociedad de lo verdaderamente importante como la alimentación, la salud o el cuidado de la tierra que nos da de comer y el oxígeno para respirar?

Al margen de esta crisis creo que buena parte de la ciudadanía, sobre todo las nuevas generaciones, ya habían alcanzado cierta conciencia, derivada de otra importante crisis sobre nuestra salud como la climática, con el cuidado de la tierra, la soberanía alimentaria, la calidad del aire, la economía circular, la eficiencia, la gestión sostenible de los recursos, etc. Esa preocupación ya estaba presente de forma visible en la sociedad y puede que ahora cobre fuerza también entre todas aquellas personas que todavía no se habían sumado a ese cambio.

-No nos olvidemos, pues, de la importancia de problemas que ya estaban con nosotros antes del coronavirus, como el cambio climático, ¿en qué área queda todavía mucho por hacer y el trabajo de los ingenieros agrónomos puede ser de vital importancia?

Hemos hablado antes de la aportación a la crisis sanitaria, pero el trabajo de los ingenieros e ingenieras agrónomas también es pieza clave para hacer frente a la crisis climática. Sobre todo en un lugar como el Mediterráneo, epicentro de la emergencia climática.
Desde la Conselleria contamos con una Estrategia Valenciana de Cambio Climático y Energía, con el Consejo Asesor y de Participación del Medio Ambiente y una Comisión de Políticas de Cambio Climático con grupos de trabajo porque somos conscientes de que son los profesionales y sus conocimientos los que deben analizar la situación y marcar, y marcarnos los pasos a seguir.
Los conocimientos de la ingenieria agronómica y sus profesionales son imprescindibles para alcanzar con éxito la transición agraria y señalar las iniciativas, por ejemplo, en eficiencia de las explotaciones, reducción del impacto ambiental o gestión sostenible de los recursos.

-El nombre de la Conselleria volvió a cambiar en esta legislatura. ¿Podría explicar brevemente el principal objetivo de cada una de las áreas: agricultura, desarrollo rural, emergencia climática y transición ecológica?
Incorporamos emergencia climática y transición ecológica por dos razones, en primer lugar por el carácter transversal de la lucha contra el cambio climático que interpela a muchas otras áreas a realizar una transición hacia el modelo sostenible, y en segundo lugar por el carácter de emergencia. Cambio climático se convirtió en un término común en el lenguaje pero que invisibilizaba o al menos no transmitía bien la urgencia, el ahora o nunca, ante la situación crítica en la que nos encontramos ya mismo y que exige tomar decisiones. Cada momento que se pierde en tomar decisiones de lucha frente a la emergencia climática, resulta irreversible. Cada decisión postergada implica perder la oportunidad porque no se puede actuar más adelante. Por eso era importante emplear una palabra como emergencia que define mejor en qué momento nos encontramos.

-Desde la Conselleria, ¿existe algún proyecto para impulsar el consumo de proximidad e impulsar  la huerta valenciana?

Una de las primeras medidas de la legislatura dentro de la Conselleria fue el arranque del Consell de l’Horta, el pasado mes de julio y que continua su andadura. En febrero ya nos reunimos en la sede de l’Alquería del Moro para acordar el I Plan de Desarrollo Agrario de la Huerta, con una serie de prioridades como la gestión de los bancos de tierras y precisamente la promoción de la agricultura de proximidad.
Un compromiso tangible para preservar 11.000 hectáreas de huerta y garantizar la supervivencia de este pulmón verde que es además seña de identidad como reconoció recientemente la declaración de la FAO de Patrimonio Agrícola Mundial.

-En cuanto al desarrollo rural, quizá ahora sea un buen momento para impulsar la vida en las zonas rurales y poner en valor esta forma de vida. ¿Hay algún proyecto al respecto en la Conselleria?
Nuestro principal proyecto es la dinamización y vertebración del territorio. Cuando hablamos de desarrollo rural hay una parte importante de gestión de programas europeos, herramientas indispensables para conseguir dos objetivos:   asentar población y construir tejido asociativo y productivo.
Las estrategias para hacer que se pueda vivir dignamente del campo son esenciales para favorecer el relevo generacional y que la agricultura se plantee como una oportunidad vital viable.
Todo esto teniendo en cuenta que la lucha contra la despoblación pasa por un impulso de los servicios y de las infraestructuras en el entorno rural, dotaciones sin las cuales se produce una inevitable expulsión de los habitantes del campo a la ciudad por la falta de recursos de todo tipo: asistenciales, educativos, de ocupación o de transporte.

-¿Qué mensaje mandaría a los estudiantes de nuestra Escuela para que sepan que han elegido bien y que la sociedad les necesita?
La formación en Ingeniería Agronómica y Medio Natural prepara a los profesionales, a los expertos que marcarán el camino en la lucha contra la emergencia climática, en la protección del entorno natural y forestal, en la profesionalización del sector agrario. Una serie de retos que son numerosos y que son vitales para conseguir un territorio sostenible.
Transiciones inaplazables que debe recorrer nuestra sociedad como la gestión agraria sostenible, el aprovechamiento de los recursos y la adaptación a los nuevos escenarios climáticos y que depende en buena parte de vosotros y vosotras.

 

El conjunto de la cadena agroalimentaria ha demostrado su compromiso con la sociedad

A estas alturas, ya sabemos que el sector agroalimentario español a grandes rasgos y de una forma muy simplificada, cuenta con la cadena agroalimentaria española, integrada por cuatro eslabones principales como son la producción, la transformación, la comercialización y la distribución, con el consumidor final como principal objetivo de cuantos componen la cadena.

El IESE publicó un informe sobre la cadena agroalimentaria en 2012 en el que indicaba que la industria agroalimentaria española mantiene una posición destacada en el ámbito europeo, y genera mayores márgenes que la propia distribución minorista. Ésta, por su parte, presenta un grado de concentración muy bajo en la distribución de productos frescos y uno sensiblemente mayor en la distribución de productos envasados.

 

Así, los cinco mayores distribuidores de productos frescos representan poco más de una cuarta parte del mercado, mientras que los cinco mayores distribuidores de productos envasados concentran casi el sesenta por ciento de las ventas. Con todo, no se detectan, en ninguno de estos dos casos, prácticas restrictivas de la competencia en la distribución que, por el contrario, actúa como estabilizadora de los precios finales, al absorber una parte significativa de las variaciones experimentadas en los eslabones anteriores, tal como hemos visto.

También indicaba que la distribución minorista española ha registrado un intenso proceso de modernización y los consumidores compran cada vez más en supermercados, hipermercados y otras formas de autoservicio, mientras que el número de tiendas tradicionales ha disminuido. Puede afirmarse que este proceso de cambio ha permitido incrementar la capacidad de elección de los consumidores y ajustar mejor la oferta a las preferencias y necesidades de los demandantes. Además, la modernización de la distribución ha hecho posible la creación de puestos de trabajo de mayor calidad, tanto en la propia distribución como en los eslabones anteriores de la cadena, a la vez que ha abierto nuevas vías para la exportación agroalimentaria española, según el IESE.

Además, afirma que las marcas del distribuidor han mejorado la oferta y los precios de muchos productos y han fidelizado a muchos clientes. Si bien es verdad que el auge de las marcas del distribuidor ha supuesto un nuevo reto competitivo y de cuota de mercado para algunos fabricantes con marca comercial, también es cierto que para muchos otros fabricantes las marcas del distribuidor se han convertido en un nuevo e importante cliente con pedidos previsibles y cuantiosos, que les han permitido planificar mejor la producción y operar con mayor rentabilidad y ciencia. Sin las marcas del distribuidor, muchos de estos fabricantes habrían tenido serias dificultades de acceso a los mercados, concluye dicho análisis.

Según el último informe de la prensa especializada en el sector agroalimentario, alimarket.es, de fecha mucho más reciente, 18 de mayo de 2020,  “la MDD gana cuota, aunque las marcas también crecen a doble dígito” (Alimarket Noticias de Alimentación Sector Alimentación y Bebidas 18/05/2020), como se puede ver en la gráfica adjunta.

Fuente: IRI España

Según esta misma fuente, “el mercado de gran consumo creció en la semana finalizada el pasado 10 de mayo un 16% frente al mismo periodo del año anterior” y “el dato también fue positivo (8,5%) respecto a la semana anterior de 2019, según los datos de IRI España.” Podéis encontrar este artículo en su página web www.alimarket.es.

La semana pasada estuve en una tele formación sobre el sector agroalimentario frente al COVID19 en las que D. Igancio Zaldua Gorostiaga, socio fundador de Sie7Corp y Nutricionista experimentado indicaba que “el sistema agroalimentario europeo ha estado bajo una presión sin precedentes durante la pandemia del COVID-19, pero el sector agroalimentario también hemos demostrado ser un sector resiliente.  No obstante, hay una gran necesidad de productos y servicios que hagan frente a esta crisis”, o lo que es lo mismo que existe una gran oportunidad para aquellos que sepan adelantarse y adaptarse a esta nueva “normalidad”.

Así mismo, el presidente de FEDACOVA, D. Federico Félix, en su artículo de opinión publicado en Levante EMV del 12 de marzo de 2020 indicaba que “de la experiencia española, se desprende que las actividades que han seguido funcionando sin interrupción, por ser consideradas esenciales para la subsistencia de la sociedad, como el sector de la agroalimentación y el de la distribución, que conozco muy bien como empresario y presidente del mismo, y que han permitido que los hogares de España estuvieran bien abastecidos, constituye un ejemplo de cómo, con responsabilidad y profesionalidad, sin parar la actividad y adoptando las imprescindibles medidas de seguridad, se ha evitado el contagio masivo en las empresas y ha permitido su normal funcionamiento.”

Félix añade que “al contrario que otros sectores considerados no esenciales, la mayor parte de la actividad productiva y distributiva del sector agroalimentario no se está resintiendo porque seguimos al pie del cañón, trabajando por España y por los españoles.” A pesar de lo cual hay empresas cuyas actividades están más conectadas al turismo y sobre todo aquellas empresas que tienen al sector Horeca entre sus principales clientes, cuyo sector ha experimentado un cierre total de su actividad durante este estado de alarma, y el sector de la pesca, en la que es más difícil guardar las distancias, se ven hoy especialmente afectadas. Federico insiste en que “la industria agroalimentaria, desde nuestros agricultores, ganaderos y pescadores, hasta las estanterías de los puntos de venta, es central siempre, pero más aún en este momento. No sólo porque constituye el vehículo de abastecimiento de una sociedad que está en un porcentaje elevado recluida, sino también por ser una de las pocas actividades que siguen manteniendo, y en algunos casos incrementando, el empleo. Y este compromiso doble con la sociedad lo está llevando a cabo con todas sus fuerzas y entusiasmo, guardando las más estrictas reglas de seguridad, tanto del personal como alimentaria.”

Para finalmente concluir en que “nadie piense que esto es por casualidad, ni que el sector está haciendo el agosto con esta crisis, como se dice vulgarmente. Los empresarios sabemos que ante una situación crítica como la que vivimos en estos momentos sólo hay una opción: o se afronta la misma, reinventándose, siendo creativo y, sobre todo, tomando decisiones, o se desaparece. Y es lo que el conjunto de la cadena agroalimentaria ha hecho: reforzar sus medidas de seguridad y salud, incrementar el empleo, invertir y formar a sus equipos para asegurar su perfecto funcionamiento. Pero ante todo está el enorme compromiso que empresarios, autónomos y trabajadores del sector han asumido con la sociedad, lo que quiero agradecer como Presidente de la Federación Empresarial de Agroalimentación de la Comunidad Valenciana.

Los sectores de la agroalimentación y el de la distribución, han demostrado que, con responsabilidad y adaptando todas las medidas necesarias de prevención e higiene ante el Covid-19, un sistema de colaboración público-privada, hubiera asegurado el normal funcionamiento de la mayor parte de actividades profesionales y empresariales, tal y como se ha podido constatar con la cadena agroalimentaria, desde el sector primario hasta el comercio y la distribución, pasando como no puede ser de otra manera, por la industria transformadora, gran eslabón de esta industria considerada esencial.

 

Sergio Barona

Secretario General de la Federación Empresarial de Agroalimentación de la Comunidad Valenciana (FEDACOVA)

La importancia de la agricultura de precisión ante crisis como el COVID-19

Si algo nos está dejando la crisis provocada por la pandemia mundial, es la enorme importancia para la sociedad del sector agrícola.

Desde el primer minuto, el sector agroalimentario ha arrimado el hombro y ha demostrado su capacidad de trabajo para garantizar el abastecimiento alimentario en plena crisis global. Hemos visto cómo los agricultores pasaron de las protestas y manifestaciones en todo el país, a implicarse activamente en la lucha contra el coronavirus colaborando con las labores de desinfección de sus poblaciones.

¿Y ahora qué? Si ponemos la mirada en el futuro inmediato de la agricultura, no podemos obviar cuál es la realidad en nuestro país. El perfil del agricultor en España indica que el 56% son mayores de 55 años, por lo que en la próxima década 6 de cada 10 agricultores entrarán en edad de jubilación.

Estas cifras ponen de manifiesto varias cuestiones. Por una parte, la necesidad imperiosa de lograr un relevo generacional para mantener la capacidad de abastecimiento agroalimentario.

Pero, por otra parte, la edad y la falta de formación especializada de una gran parte de los agricultores, podría ser una de las razones por las que la adopción de la tecnología en la agricultura no es todavía algo generalizado entre los pequeños productores. Muchos de ellos todavía sienten que es algo que queda reservado a grandes productores y empresas agroalimentarias. Y creo que debemos seguir trabajando para ayudar a cambiar esa percepción.

La crisis del COVID-19 ha supuesto que muchas empresas hayan adoptado forzosamente el teletrabajo para poder seguir con su actividad. Y esto también es aplicable al sector agrícola gracias a la agricultura de precisión con herramientas como la que desarrolla VisualNACert.

Pese a que siempre habrá una parte de trabajos que deban realizarse forzosamente sobre el terreno y garantizando las medidas de seguridad, la agricultura de precisión ha demostrado ser la clave para poder automatizar parte de las tareas diarias.

VISUAL ayuda a gestionar equipos de técnicos distribuidos. Facilita el teletrabajo, automatizando todos los procesos en campo, con seguimientos diarios para ver cada persona vea los datos de las parcelas que tiene asignadas y así saber en qué puntos es necesario realizar tratamientos u otras acciones.

De esta manera, todos los técnicos pueden estar conectados para obtener los mejores resultados. E igualmente, los pequeños productores pueden evitar desplazamientos al terreno para realizar pequeñas comprobaciones, limitando las visitas al momento en que sean necesarias acciones sobre el terreno.

Ahora, un ordenador, tablet o móvil son suficientes para saber qué está ocurriendo en el campo. Y eso, en momentos como el actual, supone ganar en seguridad y en eficiencia.

Precisamente por eso, los profesionales del sector agroalimentario debemos saber transmitir que el campo es un sector de futuro y atractivo para las nuevas generaciones. Y creo que la tecnología puede ser el revulsivo necesario para ellos.

Todos los profesionales del sector debemos ponernos manos a la obra para comunicar que la agricultura es una opción de futuro, rentable y sostenible, y que presenta grandes retos para el futuro inmediato. En 2050 la población crecerá un 40%, lo que multiplicará la necesidad de aumentar la producción de manera eficiente para que haya alimentos para todos.

Por ello, el futuro de la agricultura debe pasar por el auge de lo ecológico, haciéndola más sostenible, rentable y eficiente. Y para todo ello, es necesario seguir fomentando la formación especializada para los futuros ingenieros agrónomos, al igual que en la formación profesional. Solo así, gracias a la formación, podremos contar con la profesionalización que el sector requiere y tener garantizado el relevo generacional.

Pese a las dificultades, sé que el campo sabrá seguir adelante. Y la tecnología será la forma de garantizar la trazabilidad, la eficiencia y la automatización de tareas para que el campo gane en rentabilidad.

 

Mercedes Iborra

Ingeniero Agrónomo y cofundadora de VisualNACert

 

 

 

La mejor respuesta en el momento más crítico

Vivimos tiempos distópicos, de macabra película de ciencia ficción, con situaciones ciertamente inimaginables hace tan solo unos meses. La pandemia y el confinamiento, la imposición de la ‘distancia social’, la ‘nueva normalidad’ a la que nos acercamos y tantos otros nuevos eufemismos ahora impuestos por la emergencia sanitaria, han cuestionado nuestro modelo social y de convivencia.

 

El decreto del Estado de Alarma, sin embargo, introdujo en esta nueva realidad un término especialmente ajustado, que no requería de rodeo ni ambigüedad calculada alguna, tan vigente antes como ahora más si cabe, el de los sectores ‘esenciales’. Con esa figura jurídica, el Gobierno se ha referido a aquellas actividades que, sí o sí, eran irrenunciables para subsistir y evitar que la crisis sanitaria degenerase en pánico o incluso en caos. Me refiero, claro, al mantenimiento del sistema de atención sanitaria primero y, junto a otros tantos más, a la preservación de la cadena alimentaria.

El Estado de Alarma ha obligado a muchos a reparar en la importancia de lo que va primero y es más básico. Asegurar el suministro alimentario, en estas circunstancias, tanto en España como en toda Europa y más aún en un sector con una demanda al alza como ha sido el nuestro –el citrícola- ha sido todo un reto por cuya consecución, pero ahora que la campaña empieza a tocar a su fin en el campo (no así en la comercialización), podemos sentirnos orgullosos. Hemos pasado, seguimos pasando, una prueba de fuego que espero se recuerde y se reconozca durante mucho tiempo porque, ciertamente, ha sido meritorio.

Los agricultores

Han sido muchas las trabas que se han logrado superar en cada una de las fases de la cadena y en todas, la reacción, pese a la adversidad, ha sido excelente. Los citricultores, un colectivo especialmente envejecido y por ello crítico ante la amenaza del coronavirus, siguieron trabajando de la mano de sus ingenieros para mantener en perfectas condiciones sus campos. Quizá ha sido –al menos seguro que por esta vez- el más beneficiado por la fuerte reactivación de los precios que se ha producido en origen a raíz del repunte del consumo de naranjas en toda Europa. Efectivamente, las cotizaciones para las variedades de media estación y tardías, desde mediados de marzo, se han disparado en porcentajes con entre dos e incluso tres dígitos sobre las mismas fechas de la pasada temporada.

Los recolectores

Los recolectores, por su lado, aguantaron el envite de la crisis y no solo asumieron los posibles riesgos derivados de mantener la actividad, sino que en no pocas ocasiones sufrieron la incomprensión y las dudas de la Administración cuando comenzaron a aplicarse las restricciones a la movilidad. La dispar interpretación que durante algo más de una semana hicieron las autoridades y los agentes de la policía o la Guardia Civil sobre la modificación del RD que declaró el Estado de Alarma –que prohibía los desplazamientos con acompañantes en los vehículos, salvo en determinadas condiciones- llegó incluso a amenazar, durante aquellos convulsos días de la segunda quincena de marzo, con interrumpir el suministro a los almacenes. Por las mismas supuestas infracciones, en cada municipio, en cada región o según qué cuerpo policial, se daba una reacción dispar y fueron demasiadas las multas que se propusieron. Denuncias que, confiamos, se queden en eso, en propuestas. Con menos plazas a poder ocupar, se obligó a muchos más desplazamientos, a fletar autobuses, microbuses o furgonetas.

Cuando comenzaron los preparativos para el arranque de otras campañas de cultivos estacionales –como la fruta de hueso, el espárrago o los frutos rojos- la citricultura no sufrió las consecuencias del cierre de fronteras europeas y de sus Estados miembros y de la consecuente falta de mano de obra inmigrante. Es la ‘ventaja’ de un cultivo como el nuestro, cuyos trabajos empiezan a finales de septiembre y se prolongan sin interrupción durante los nueve meses siguientes, hasta junio o julio. Nuestro sector no tiene que recurrir a la contratación en origen porque los ‘collidors’ ya viven y están integrados en las regiones citrícolas.

En el almacén y en las carreteras

La campaña gubernamental #yomequedoencasa caló en una opinión pública en estado de shock creciente, conmocionada por el parte diario de muertos. El lunes, 16 de marzo –sin embargo y tras entrar en vigor el Estado de Alarma- el absentismo en los almacenes de confección se acercó a cero. Demostramos que nos merecíamos, pese a la incertidumbre del momento, la mención de ‘esenciales’. Fueron semanas muy tensas. En el momento de máximo repunte de las ventas en el mercado doméstico, cuando ya se veía venir el confinamiento obligado en las casas, la DANA interrumpió la recolección durante no pocas y sí críticas jornadas. Cuando la tensión comercial se proyectó al resto del continente y el afán ciertamente acaparador de cítricos se propagó al resto de Europa, las lluvias volvieron a hacer acto de presencia.

Había que garantizar el suministro, lograr que los lineales de naranjas y mandarinas –que muchas veces se vaciaban al final de la tarde en los súpers de Alemania, Holanda o Bélgica- volvieran a reponerse a la mañana siguiente. En aquellas fechas, al primer cierre de fronteras de Italia, le siguió el de España y, por efecto dominó, los controles sanitarios por todos los pasos interiores de Europa condicionaron la circulación de mercancías. Nuestro Gobierno fue de los primeros en reaccionar y –esta vez sí- supo regular las necesarias excepciones en los tiempos de descanso, tránsito en fines de semana o nocturno de los transportistas e incluso facilitó que las cabinas de los camiones se pudieran turnar dos conductores para aligerar los trayectos. La sucesión de bloqueos, de retenciones en algunas vías y sobre todo de colas kilométricas en muchos pasos, de manera cada vez más frecuente conforme se generalizaban las medidas de cuarentena nacionales, nos hizo mover pieza.

Así, de la mano fundamentalmente de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), solicitamos por carta, a través de la patronal europea de la que ambos somos integrantes –Eucofel- que las medidas aplicadas por nuestro país se extendieran al resto y que se facilitasen de facto corredores seguros para perecederos. Otras asociaciones agrarias y de transportistas de ámbito europeo se sumaron a esta petición y finalmente, gracias a la mediación de la Comisión Europea, la situación comenzó a normalizarse en las carreteras a mediados de abril.

Los camiones han salido durante todo este tiempo hacia los puntos de distribución y venta esquivando como buenamente han `podido tanto impedimento, pero, dada la inactividad económica en los puntos de destino derivada de la crisis, han vuelto vacíos, sin carga que traer a España a causa del cierre de la industria europea. Y ese sobrecoste, como el del transporte de recolectores, también lo han tenido que asumir los exportadores.

En los almacenes de confección, por su parte, este ritmo frenético y las disrupciones propias de una situación tan anormal se dejaron sentir. Y mientras tanto, de forma acelerada y sufriendo la misma carestía de EPI’s que afectaba al propio sector sanitario, se fueron implantando las medidas de bioseguridad requeridas por los protocolos para minimizar el riesgo de contagio. El trabajo conjunto con los servicios de prevención de riesgos laborales permitieron aplicar con la máxima celeridad las medidas sobre distancias requeridas entre los empleados de los almacenes, de higiene personal y de desinfección constante de las instalaciones y de los propios trabajadores a la salida y a la entrada… Pero todo ello, en un momento de máxima agitación comercial, reducía evidentemente la productividad. Con menores rendimientos y riesgo de contagio, los turnos se tuvieron que multiplicar, se trabajó en fines de semana, se prolongaron jornadas, más horas extra… Todo con tal de satisfacer la demanda. La respuesta fue ejemplar.

Toda crisis tiene su reverso y en esta dramática situación, por lo menos hemos visto con satisfacción cómo la naranja se revalorizaba. Cuando la amenaza se ha tornado en pandemia infecciosa, los europeos han vuelto a apostar por la sabiduría popular, por el conocimiento más asentado y reconocido ampliamente entre la Ciencia –la escrita con mayúsculas- y han vuelto a resituar al zumo en el desayuno y a la naranja en un lugar prioritario del frutero de la cocina. Los cítricos no nos hacen inmunes a este coronavirus, aunque empieza a haber literatura científica que así empieza a sugerirlo. Tampoco hace falta que lo haga, sabemos que son frutas que –en época de confinamiento- tienen una mayor vida comercial y que, desde siempre, han contribuido a reforzar nuestro sistema inmunológico.

El mercado ha permitido en esta ocasión remunerar de manera sobresaliente el esfuerzo de los citricultores. Con todo, pese a este fuerte incremento de los precios en el campo, pese al espectacular aumento de los costes en el transporte para la recolección, en los almacenes para evitar los contagios y en el transporte internacional (por la falta de actividad), los precios de venta al público prácticamente no han subido. Lo han hecho unos cuantos céntimos en Europa y muy poco, casi nada más bien en España. Ahora que tanto se cuestiona la cadena de valor de las frutas, el fenómeno debiera merecer una reflexión, tanto a las autoridades nacionales como fundamentalmente a las europeas.

Inmaculada Sanfeliu

Directora General del Comité de Gestión de Cítricos 

La agricultura frente al COVID-19

La pandemia del COVID-19 se ha vuelto, no solo universal, sino trasversal a toda la sociedad y sus sectores de actividad profesional. Probablemente estemos ante la primera pandemia de estas características en la historia de la humanidad, pues nunca la humanidad estuvo más globalizada e interconectada.

Hoy en día ya no cabe ninguna duda de que los países y sus sociedades están sujetos no solo a su actividad sino a las de toda la humanidad, pues compartimos un único planeta que se ha tornado realmente pequeño. El escenario creado por la aparición del COVID-19 es ante todo nuevo e impredecible. Estas dos características son las que van a definir no solo los acontecimientos que se van a suceder, sino el perfil de aquellos líderes que, con éxito, serán capaces de manejar los retos que surjan para minimizar los impactos negativos sobre sus sociedades.

En estos momentos, la anticipación, la adaptabilidad, la capacidad de análisis, la empatía y la determinación son más importantes que nunca para poder hacer una gestión acertada en cada escenario nuevo que se suceda. Estos paradigmas son, si cabe, más fundamentales en un sector esencial como es el sector agrícola, defendido por todos los gobiernos a nivel mundial por su enorme valor estratégico. Nuestro sector, el agrícola, es fuente de muchos factores positivos como empleo, desarrollo tecnológico, salud, …, pero sobre todo de tranquilidad social pues garantiza la alimentación de la población.

Estos meses hemos visto cómo muchas actividades podían verse reducidas o incluso paradas, pero no ha sido el caso de la agricultura. Nuestros agricultores y empresas productoras han tenido que continuar con su actividad haciendo frente a los riesgos de la exposición al COVID-19 al no poder permanecer protegidos en sus hogares. También hemos comprobado como desde muchos sectores de la población e instituciones se les ha reconocido, junto con otros colectivos esenciales, su esfuerzo y solidaridad con el resto de la población.

En el sector agrícola, ámbito en el que tengo experiencia y en el que nuestra compañía Stoller es referente mundial, los efectos del COVID-19 están siendo percibidos de muchas formas diferentes, afectando de forma trasversal a todas las actividades vinculadas con el campo.

Algunos de los efectos que hemos sido capaces de percibir hasta ahora han sido:

–       Dificultad o imposibilidad de conseguir mano de obra extranjera para la realización de las labores necesarias del campo. Este fenómeno se ha repetido en casi todos los países con rentas per cápita más altas ya que tradicionalmente han empleado mano de obra inmigrante para las tareas del campo. Desde marzo hemos contemplado el cierre sistemático de fronteras entre países y el cese de los flujos migratorios, impidiendo a las personas viajar a sus puestos de trabajo tradicionales. Está claro que la imposibilidad de disponer de la mano de obra necesaria para las labores del campo está dificultando y modificando las producciones, así por ejemplo en UK la producción de frutos rojos en 2020 va a verse reducida enormemente. En España estamos viendo y sufriendo esta circunstancia en cultivos como los cítricos, el ajo y las cebollas, la cereza, la fruta temprana de Murcia, etc.

–       Incremento del consumo de vegetales de primera necesidad, así como de frutas básicas o de temporada debido al confinamiento de la sociedad que ve como además sus recursos económicos se ven amenazados. Hay que comer en casa y hacerlo de forma saludable y económica, para este asunto no hay una opción mejor que las verduras y las frutas de temporada. Esto está ayudando a que los precios en origen sean un poco mejores de lo habitual. En cualquier caso, las políticas de precios siguen sin estar claras por la eterna reclamación del campo sobre la intermediación y la distribución.

–       Descenso de los flujos de exportación e importación con países fuera de la Unión Europea, este efecto está golpeando mucho a países como Turquía o Marruecos que han visto como sus producciones para exportación han tenido que quedarse para su mercado interno, incapaz de pagar los mismos precios que los compradores internacionales. En estos países la agricultura está sufriendo mucho el impacto del COVID-19, un caso extremo es el de Argelia donde además de lo comentado, la distribución de insumos se ha visto obligada a parar su actividad, no pudiendo atender las demandas de los agricultores.

–       El transporte de mercancías no ha afectado a todos los países de igual forma, pero claramente se ha convertido en un factor clave para el impacto del COVID-19 en la agricultura del país. El confinamiento, la posibilidad de mover mercancías entre territorios ha tenido un impacto muy negativo en regiones productoras de Italia y otros países donde las restricciones han podido ser más elevadas durante semanas.

–       Los hábitos alimenticios también están cambiando y el confinamiento se ha sumado al cierre de restaurantes y bares por lo que la cesta de la compra de los hogares ha comenzado a cambiar. Estos cambios de consumo van a producir cambios en los precios de productos básicos como los cereales, verduras y frutas. Un caso curioso, pero con un impacto negativo muy importante es el de la producción de patata para la industria cuyo peso y volumen son muy significativos para regiones enteras en Europa y otras zonas a nivel mundial. El consumo de la patata para industria proviene de la industria alimentaria y de los restaurantes (especialmente de comida rápida), por este motivo su demanda ha caído bruscamente y con ello el precio en origen recibido por el agricultor.

–       Tensiones en la confianza sobre la salubridad de los productos agrícolas han sido detectadas en parte de los consumidores. Los consumidores han identificado aquellos productos que procedían de regiones con niveles altos de infestación por COVID-19 como un riesgo potencial para su salud y esto ha provocado ciertas tendencias a buscar y demandar el producto de proximidad. En muchos casos estos miedos son irracionales y sin fundamento científico además de no considerar las enormes medidas de seguridad y prevención que se han establecido en muchas empresas y cooperativas del sector agrario. En cualquier caso, es un factor más que impacta sobre el normal funcionamiento del sector.

–       Dentro del área financiera, considerando el entorno económico que está produciendo el COVID-19, comienza a crecer el miedo a que aumente la incapacidad de afrontar pagos dentro del sector agrario (aun siendo este uno de los menos afectados) y esto puede comenzar a plantear dificultades en la disponibilidad de créditos a los agentes que intervienen en la agricultura, dificultando el desarrollo económico e incluso la viabilidad económica de muchas empresas o explotaciones.

Stoller Europe

Está claro que los factores son muchos más de los expuestos, pues como he comentado, la pandemia ha tenido un impacto global y transversal. Todo es nuevo y además cambiante a un ritmo vertiginoso. Vamos a necesitar de la generosidad y el esfuerzo de todos, habrá que empatizar con los problemas de todo el sector y tratar de apoyarnos a través de la flexibilización de nuestras relaciones comerciales.

Stoller, desde el primer momento, articuló todas las medidas necesarias para la protección de sus trabajadores, presentes en todo el mundo, así como un gran número de iniciativas solidarias. Stoller Europe facilitó el teletrabajo a todos sus trabajadores desde el primer momento, ha incorporado protocolos de prevención y protección, así como la utilización de Equipos de Protección Individual (EPI) para los trabajadores que debían acudir a su puesto de trabajo en nuestra fábrica, puesto que la salud y el bienestar de las personas siempre es y será lo primero.

En el mes de marzo, cuando se iniciaban los procesos de ERTEs en muchas empresas, nuestra compañía decidió realizar el pago a los trabajadores del Bonus extraordinario por el rendimiento de la compañía en 2019 y así acrecentar su seguridad económica familiar.

Nuestro compromiso con la sociedad nos ha llevado a un gran número de iniciativas internacionales entre las que destaca la campaña de apoyo público a nuestros agricultores lanzada desde Stoller Europe, así como la participación en la iniciativa de la Asociación Española de Fabricantes de Agronutrientes (AEFA) para donar mascarillas a más de 100.000 agricultores y trabajadores del campo.

Además del cuidado de la salud y del bienestar de nuestras personas, también hemos cuidado a nuestros clientes y proveedores. Tenemos la oportunidad de crear lazos de confianza y solidaridad entre compañías de forma que el “win-win” se afiance en todas las relaciones comerciales del futuro y sea tan importante generar riqueza para la empresa como asegurarse de crearla fuera de ella.

Sergio Aguilar Roig

Vicepresidente para Subsidiaras EMEA

CEO Stoller Europe

La Cátedra Stoller UPV está adscrita a la EAMN UPV

Biotecnología y Sistema Alimentario Global

El sistema alimentario debe hacer suyos los objetivos de la FAO sobre seguridad alimentaria, es decir, conseguir que todas las personas tengan acceso físico y económico a suficientes alimentos nutritivos y seguros que les permitan llevar una vida activa y saludable.

Como sabemos, no estamos cerca de alcanzar la seguridad alimentaria y todavía hoy pasan hambre o están malnutridos más de 800 millones de personas. La FAO ha mostrado su preocupación debido a que en los últimos años, esta cifra está en aumento. Además, tendremos que observar si la actual crisis generada, a nivel global, por la pandemia del Covid-19, provoca efectos indeseados en la disponibilidad de alimentos, así como cambios en los hábitos alimentarios.

El desafío de alimentar a toda la población no se resuelve solo con decisiones políticas o económicas. En el mundo desarrollado, una tercera parte de los alimentos que se desperdician se pierden después de haber llegado a nuestras casas, mientras que las otras dos terceras partes se pierden porque las semillas que plantamos no eran adecuadas al lugar; por pérdidas causadas por distintos estreses bióticos o abióticos; por pérdidas durante la post-recolección o durante el transporte o el almacenamiento, y también por razones socioeconómicas, por ejemplo, si no se alcanzan unos precios de comercialización adecuados. Por si esto fuera poco, los demógrafos nos advierten de que entre hoy y finales de siglo tendremos que alimentar a 2.500 millones de personas más.

Para responder a este desafío es necesario, como propone la Fundación Triptolemos, analizar el sistema alimentario en un contexto de globalización, sostenibilidad, seguridad y cultura alimentaria. Este modelo holístico se acerca al sistema alimentario desde la disponibilidad de alimentos que sean suficientes y nutritivos para todas las personas incorporando el estudio de los factores económicos que subyacen el comercio sostenible y la distribución agroalimentarias y los factores políticos y las regulaciones que hacen posible el correcto funcionamiento del sistema, así como los factores culturales ligados a las tendencias gastronómicas, a la educación, la cultura y el comportamiento de las personas frente a los alimentos que cada vez van a dar mayor importancia al binomio nutrición y salud personalizada.

Si buscamos el papel de la biotecnología para contribuir al sistema alimentario global veremos que está implicada tanto en la disponibilidad de alimentos, como en su accesibilidad económica y que su uso está sujeto al marco político regulatorio y sociocultural.

La producción de suficientes alimentos necesita disponer de suficientes biotecnólogos formados y de herramientas innovadoras. Desde el siglo XIX las universidades españolas, conscientes del valor económico y social de la alimentación, diseñaron estrategias que les permiten formar personas fundamentalmente en las Escuelas Superiores de Ingenieros Agrónomos. Estas estrategias pasan por la incorporación continuada de conocimientos y de tecnologías para enfrentar el desafío de producir alimentos para todos.

Si nos centramos en el eje de la disponibilidad de alimentos está claro que vamos a necesitar mucha innovación, y es en el ámbito de la mejora genética de plantas donde la Ingeniería genética y la biotecnología han demostrado ser instrumentos que permiten aumentar la productividad de los cultivos al tiempo que contribuyen a mitigar problemas ambientales asociados a la agricultura industrializada, como el uso de combustibles fósiles, la pérdida de suelo por erosión o la contaminación de suelos y aguas por el uso de productos fitosanitarios.

La ingeniería genética ha permitido eliminar definitivamente la barrera del cruce sexual para incorporar genes responsables de los caracteres deseados a los cultivos. Así, en las últimas dos décadas, la superficie acumulada de cultivos transgénicos de primera generación ha sido superior a 1.500 millones de hectáreas, lo que es equivalente a una superficie treinta veces la de España. En el año 2018, el 80% de la producción mundial de soja, el 30% de la de maíz y de la de colza y el 70% de la de algodón fueron transgénicas, lo que da una idea de su impacto en el sistema alimentario.

En los últimos años se están desarrollando herramientas de mejora genética derivadas del uso de tecnologías de edición genómica como CRISPR/Cas. Estas tecnologías permiten aumentar, de forma precisa, la variabilidad de los caracteres de las plantas de cultivo asociada a la mejora vegetal utilizadas hasta la fecha, esto es, permite añadir a las estrategias de base física (uso de radiaciones) y química (uso de compuestos mutagénicos), estrategias biológicas, ya que mediante la edición genómica es posible cambiar específicamente un único gen o incluso varios sin alterar el resto del genoma. Sin embargo, las estrategias utilizadas con anterioridad basada en radiaciones o en agentes mutagénicos producen multitud de cambios genéticos al azar.

De esta forma, desde 2014 se han publicado numerosos trabajos dando cuenta de cambios responsables de mejoras de caracteres concretos en numerosos cultivos utilizando técnicas de edición genética, por ejemplo. La introducción de resistencias frente a muchos estreses bióticos y abióticos. Para reflexionar sobre el papel de la Biotecnología y de las nuevas herramientas innovadoras derivadas de la edición genómica para la producción de alimentos se puede consultar el informe, Beltrán, J.P. et al. (2020)

En definitiva, frente al enorme desafío consistente en erradicar el hambre del mundo y producir alimentos para 2.500 millones de personas más al final de este siglo, y además, hacerlo de manera sostenible, encontramos un abanico de disciplinas y herramientas alrededor de lo que en sentido amplio podemos denominar como biotecnología que incluyen: la capacidad de secuenciar genomas; la obtención masiva de datos y su análisis mediante abordajes bioinformáticos; la búsqueda e interpretación de los datos masivos; el aislamiento de genes y el conocimiento de sus funciones; la capacidad de sintetizar instrucciones genéticas complejas utilizando técnicas de ensamblaje molecular; la capacidad de incorporar esas instrucciones en lugares precisos del genoma, todas ellas constituyen herramientas para perseguir la Seguridad Alimentaria.

Por otra parte, el desarrollo de disciplinas como la Nutrigenética o la Nutrigenómica están sentando las bases para conseguir avanzar, de la misma forma que la medicina quiere ser medicina personalizada, para conseguir convertir también la nutrición en nutrición personalizada, esto es adecuada para que las personas puedan disfrutar una vida activa y saludable, principio que forma parte también, como hemos visto, de los objetivos de la FAO para la Seguridad Alimentaria.

 

José Pío Beltrán Porter

Presidente de la Fundación Agroalimentaria TRIPTOLEMOS.

Miembro del Comité Externo de la Comisión de Biotecnología de la EAMN UPV

Equipo Cruixents: «La innovación es evolución y la evolución es necesaria en la sociedad»

El equipo Cruixents, formado por las estudiantes de nuestra Escuela, María Cabrera, Lucía Cano, Laura Junco, Marta Maravilla y María Rovira, ha sido seleccionado por la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) para participar en el certamen Ecotrophelia España 2020.

Cruixents llevará al certamen su proyecto Tuliva, una tulipa hecha a base de harina de semilla de aceituna, creada como envase comestible para presentar platos preparados de forma diferente.

Este año, debido al confinamiento por la crisis del coronavirus, Ecotrophelia España tiene previsto celebrarse en septiembre.

Hemos hablado con Marta Maravilla que, en representación de Cruixents, nos ha contado cómo están llevando el confinamiento y cómo se están preparando para la final.

-¿En qué fase del proyecto estabais cuando se decretó el confinamiento?

Nos quedaba apenas una semana para entregar el informe al concurso y que decidieran si nos aceptaban. Habíamos estado haciendo pruebas de laboratorio para concretar la lista de ingredientes pero, como todavía no nos había llegado la barquillera, pieza fundamental, no habíamos comenzado a trabajar en la forma final de Tuliva.

-¿Cómo os habéis adaptado a la nueva situación?

La verdad es que en los primeros días de confinamiento, como teníamos que acabar bien la parte teórica y darle el toque final, Google Drive y WhatsApp fueron de gran utilidad, puesto que nos ayudaron mucho a mantener el contacto y poder opinar todas sobre todo.

Ahora mismo, después de la admisión en el concurso nos deberíamos encontrar haciendo pruebas con la receta, los envases y aprendiendo a tratar la masa para poder modelar bien el producto. Sin embargo, no podemos acudir a la Escuela, por lo que tanto la barquillera como el ingrediente principal, la harina de semilla de aceituna, se encuentran fuera de nuestro alcance.

La verdad es que es un tema que nos tiene preocupadas porque, aparte de lo que no tengamos los ingredientes con nosotras, también está la cuestión de que no todas vivimos en Valencia o alrededores: una de las integrantes de nuestro grupo, María, es de Gandía; y Laura, que al estudiar diseño es la encargada de los envases, es de Galicia. Lo vemos un poco una dificultad añadida, aunque esperamos que se solucione pronto y de la mejor manera posible.

-Ecotrophelia España ha tenido que trasladarse a septiembre. Hasta que llegue ese momento, ¿qué trabajo os queda por realizar para llegar al certamen bien preparados?

Nos queda casi lo más importante: darle la forma final al producto para conseguir que la masa con los ingredientes que ya tenemos se convierta en una Tuliva; y preparar una presentación que resuma todas las características del proyecto y que nos permita contar por qué pensamos que es un producto que puede competir en Ecotrophelia.

 

 

-Habéis sido seleccionadas para la final de entre 300 equipos de toda España. ¿Creéis que habéis diseñado un producto ganador?

Pensamos que nunca antes se ha llevado a Ecotrophelia un producto que cubra tantas necesidades y llegue a tantos sectores de nuestra sociedad, por lo que creemos que Tuliva tiene muchas posibilidades de quedar en un gran puesto. Hemos diseñado este producto desde nuestras inquietudes y hemos puesto toda nuestra confianza en él, así que esperamos que eso se vea reflejado.

-¿Cuál es la mayor innovación de vuestro producto?

Tuliva une la cercanía de un producto que se ha cultivado en la Comunidad Valenciana toda la vida con la tecnología que está marcando el siglo. Es un alimento que está creado a base de un subproducto, por lo que supondrá una disminución de desperdicios de la industria aceitera; además, es un producto de kilómetro 0, lo que indica que también apostamos por la disminución de la huella de carbono y una alimentación más sostenible. Y por último, este ingrediente principal, la harina de semilla de aceituna, nos aporta nutrientes como el Omega 3. Todo esto en un nuevo recipiente para nuestros platos, tanto dulces como salados.

-¿Cuál es la importancia de la innovación en alimentación en la sociedad en la que vivimos?

La innovación es evolución y la evolución es necesaria en la sociedad y en el proceso vital. Tal y como van las cosas en la actualidad, que prima la comodidad y la rapidez antes que la elaboración y, un poco la tranquilidad, es necesario que aprendamos a gestionar el sobrante de los productos que consumimos, porque si no, llegará un momento en el que estos restos serán mayores de lo que podremos procesar. Además, Tuliva demuestra que aquello que en un primer momento categorizamos como “subproducto” o “deshecho”, puede luego resultar en un nuevo producto con muchas características positivas.

-¿Cuál es el mayor aprendizaje que os lleváis de esta situación?

Creemos que el confinamiento ha sido un baño de realidad. Un empujón que nos ha hecho ver las cosas que realmente importan y que realmente tenemos día a día aunque no valoremos tanto. La salud, la familia o las amistades que se mantienen a pesar de la distancia, son aspectos sobre los que hemos podido reflexionar y que hemos vuelto a valorar. También, parece que al no poder salir de casa más que para lo estrictamente necesario, caes en la cuenta de la libertad que teníamos antes de que esto pasara, y en lo que la necesitamos. Sí, definitivamente hemos aprendido a valorar lo que tenemos.

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