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José María García Álvarez-Coque: «La digitalización es una oportunidad para la producción, los servicios y el comercio»

El profesor de la Escuela, José María García Álvarez-Coque coordina el curso online MOOC  Despoblación Rural, que comienza el 21 de abril de 2020.

En un momento de confinamiento como el que estamos viviendo, se unen en este curso dos posibles soluciones a la crisis del coronavirus e incluso al cuidado del medio ambiente: la formación online y la vuelta a la vida rural.

Hemos hablado con el profesor para conocer su opinión en  ambos campos desde su experiencia.

 

José María, ¿cuáles son las ventajas de la formación online?

Para las personas residentes en área rurales remotas, la docencia online puede ser crucial porque la distancia deja ser una barrera al aprendizaje. Pero hay otra ventaja que es la de crear grandes comunidades de experiencias personales con expertos que difícilmente podrían conocerse personalmente.

¿Cuántas personas se suelen inscribir en estos cursos que organizas?

En el primer MOOC sobre agricultura en castellano, el curso “Retos de la Agricultura y la Alimentación en el siglo XXI”, lanzado por la UPV, participaron 15.000 personas en el conjunto de las cuatro ediciones que realizamos. “Despoblación Rural”, que se inicia en breve, pareciera ser un curso de interés especializado, pero ya vamos en camino del millar de inscritos.

¿Deberíamos poner en valor esta formación e impulsarla?

Con las tecnologías disponibles, la fórmula ofrece un aprendizaje dinámico al ritmo de las personas participantes, con recursos de calidad y posibilidad de innovar. No pretende sustituir la enseñanza presencial en todos los casos, pero sí pueden complementarse con ella perfectamente. Con la crisis del COVID-19, la semi-presencialidad ganará puntos en la enseñanza universitaria. Las sesiones presenciales en los campus deberían orientarse fundamentalmente a la aplicación, la práctica y la discusión.

En algunas localidades rurales, de montaña, el acceso a internet no está garantizado, teniendo mala cobertura en muchos casos. ¿Sería un punto a reforzar la conexión a internet en las zonas rurales?

La digitalización es una gran oportunidad para las zonas de acceso remoto. Lo hemos visto en la situación actual de emergencia sanitaria, pues hemos evitado que resultase también una emergencia alimentaria gracias a las plataformas y redes online para la distribución de alimentos. Es urgente la cobertura de red de fibra en todos los núcleos de población y en pocos años debería haberse implantado la cobertura móvil 5G. La digitalización, ahora más que nunca, es una oportunidad para la producción, los servicios y el comercio.

Y unimos así ambas situaciones, es decir, ¿qué medidas se pueden tomar para impulsar la vuelta a la vida rural?

Hace falta, antes que nada, una estrategia clara y decidida que haga que vivir en zonas rurales no sea una desventaja para la población, en términos de conectividad y de servicios. Es una cuestión, sobre todo, de derechos. Me consta que las instituciones locales, autonómicas y estatales están trabajando en ello, como lo hace la Cátedra AVANT de lucha contra la despoblación, auspiciada por la Generalitat Valenciana.

En este tipo de cursos, ¿ya vas viendo interés de los diferentes agentes (emprendedores, cooperativas, ciudadanos, administraciones…) por la vuelta a la vida rural?

De hecho, el curso responde a esa demanda. Cuando decimos vida rural nos referimos a una mejor calidad de vida, no de manera bucólica o voluntarista. Hay colectivos de jóvenes profesionales que valoran espacios de co-working o hábitats polivalentes para residir en los pueblos.

¿Cuáles son las ventajas de este tipo de vida? ¿Cómo podemos ponerla en valor para que haya personas que la elijan y la cambien por el ritmo de vida estresante y rápido que se lleva en las ciudades?

Yo creo que la comunidad universitaria de la Escuela conoce muy bien las ventajas de vivir en el medio rural. Y no haría falta mucho para convencer a la sociedad, pero sí una mayor divulgación de dichas ventajas. Pero vivir en los pueblos no debe significar enfrentar mayores problemas, por ejemplo, de escolarización. Ni ver limitada la capacidad de los profesionales para iniciar un negocio. Otro aspecto crucial es que los jóvenes requieren espacios de relación social, con mucho apoyo a la cultura, deporte y ocio. Es una suerte que el sistema alimentario pueda contribuir a crear dichos espacios. Los jóvenes no residen en el medio rural para vivir aislados, sino para relacionarse y desarrollarse cultural y profesionalmente.

¿Cómo puede contribuir la Escuela a poner en valor la vida rural?

Lo primero es que la propia comunidad docente de la Escuela se lo crea y lo transmita a la sociedad. Los programas de prácticas o Erasmus Rural pueden ayudar, con incentivos mediante créditos y reconocimiento. La semi-presencialidad en los programas puede ser otra línea de trabajo. Finalmente, la extensión universitaria como la que realizan varias Cátedras de Empresa de la Escuela, como la propia AVANT y la Cátedra Tierra Ciudadana, por citar dos ejemplos.

¿Y desde las administraciones? ¿Qué medidas deberían tomar?

Se debe fomentar el emprendimiento individual y cooperativo para valorizar los sistemas alimentarios locales, con sus productos de calidad y su comercialización de proximidad. Y sobre todo, los procesos administrativos y la normativa que facilite ese desarrollo. No hay que olvidar los servicios ambientales de las áreas forestales y la agro-biodiversidad que deben ser remunerados por la sociedad, ya que son fundamentales en la mitigación y adaptación al cambio climático. La administración debe encontrar herramientas para certificar y compensar esas funciones, a través de la PAC y otros mecanismos voluntarios como la custodia del territorio.

En la situación del coronavirus, se ha visto que el virus no ha afectado a ninguna persona en algunos pueblos rurales pequeños. ¿Es este hecho un importante motivo de reflexión acerca de la vida que llevamos en las ciudades?

Es todavía pronto para valorar el desarrollo e impacto del virus en los municipios rurales. Es claro que el estilo de vida y la densidad poblaciones pueden afectar, pero no quiero pensar qué podría haber pasado en momentos de verano en los que la gente viaja a los pueblos con población de avanzada edad. El COVID-19 sí es un motivo de reflexión sobre la contribución del medio rural a la alimentación de las ciudades. Pero debe convencernos por muchos otros motivos, más allá del COVID.

Para terminar, un mensaje de ánimo. ¿Se puede volver a la vida rural con garantías de tener una vida digna y feliz? ¿Con qué valores deberíamos conectar para ello?

Lo más importante es que la sociedad en general empieza a creerlo. Es nuestra labor en la Escuela proporcionar información para desvelar las grandes oportunidades que ofrece la vida rural.  Dos valores son la responsabilidad y la solidaridad, que siempre han estado presente en el mundo rural.

Be water, my friend

A estas alturas ya están dichos todos los tópicos y han surgido innumerables iniciativas para reconocer al conjunto del sistema agroalimentario y a cada uno de sus agentes por separado. A nadie se le escapa que sin una respuesta como la dada por todos los que hacen que podamos comer, y con todas la garantías, todos los días, el problema sanitario se habría convertido en un problema social infinitamente mayor.

No obstante, creo que no somos conscientes de la hazaña lograda como profesión, y qué mejor que el blog de una escuela que forma a los futuros ingenieros agrónomos mediante un máster que otorga la visión holística para destacarlo.

Bajo mi punto de vista, la función de planificar y de garantizar la seguridad alimentaria –en sus vertientes cuantitativas y cualitativas– que ha realizado la ingeniería agronómica desde su origen como profesión y ha ido consolidando en ambas acepciones con cada una de las grandes crisis/desastres/guerras que hemos atravesado, es nuestra principal seña de identidad. Sin ninguna duda, somos una profesión que ha crecido con la adversidad, porque tenemos una marcada sensibilidad social y medioambiental, lo que también nos hace menos fastuosos en la materialización de nuestras acciones, más sensatos en el empleo de recursos y tremendamente resolutivos.

Por otra parte, esta crisis nos ha desvelado claramente las dos facetas de nuestro ejercicio profesional: hacer y gestionar. Las dos caras de la misma moneda. Sin una de ellas, ni está la otra ni existe la moneda. Es decir, la ingeniería agronómica es la moneda, y la gestión y el diseño de soluciones, cada una de las caras.

Si ligamos estas dos ideas, es fácil entender que nuestras funciones como profesión van oscilando armónicamente en el tiempo entre el “hacer” y el “gestionar”; actualmente estamos en un máximo absoluto de nuestra labor como gestores. Porque conseguir que las infraestructuras para la producción –suministro de agua, transporte y energía– no paren por nada; garantizar la sanidad vegetal de nuestros cultivos para que ninguna plaga, enfermedad o fisiopatía se lleve por delante una producción vital para la población europea; y asegurar una óptima nutrición vegetal y animal para que las producciones sean viables económica y ambientalmente hablando, son ámbitos de nuestra responsabilidad.

Porque conseguir que la industria agroalimentaria no se detenga por ningún imprevisto, que sus instalaciones no paren ni un segundo y que se mantenga la garantía sanitaria y calidad de sus producciones es cosa nuestra. Y que las distribución y sus infraestructuras permitan que los alimentos producidos lleguen a nuestras mesas también depende de nuestra esmerada dedicación. Porque somos los ingenieros de este complejo sistema que no solo garantiza que todos podamos comer alimentos seguros y saludables, sino que además, que estos sean accesibles para toda la población, es decir, mercados suficientemente abastecidos, próximos a la ciudadanía y a precios estables.

De esta crisis debemos aprender todos y recordar aquellas cuestiones que nos hacen mejores y más resilientes. No debemos olvidar que la trasversalidad del Máster en Ingeniería Agronómica permite conocer el conjunto del sistema agroalimentario en el que la mayoría trabajará, porque sin un conocimiento global solo se es actor de lo local. Al igual que no se debería descuidar nunca nuestra ambivalencia para poder ajustarnos a las necesidades de cada momento ni dejar de reivindicar una conjugación sostenible entre el “hacer” y el «gestionar». “Be water, my friend”.

José Carbonell Castelló

Ingeniero Agrónomo y secretario técnico del COIAL

Un sector al que solo le falta la capa

Sin grandes aspavientos, solo haciendo lo que él sabe hacer muy bien, el sector agroalimentario está diciendo: “Aquí estamos, para lo que haga falta”. Y además, con todas las garantías, porque en el sector agrícola no solo se planta, se riega y se recolecta, sino que también se analiza y actúa sobre la salud de las plantas y los frutos para que su consumo sea seguro; se saca el máximo partido de una gota de agua; se transforman los productos agropecuarios o se organiza una gran intendencia logística capaz de dar la vuelta al mundo para su comercialización, entre otras muchas labores.

Y esto es gracias a muchos profesionales, como los ingenieros agrícolas y graduados en ingeniería agroalimentaria, que estamos acompañando al productor y a la industria agroalimentaria e incorporando al campo grandes dosis de innovación y profesionalización en áreas complejas para competir en un mundo global.

Es curioso que un sector tan modernizado y esencial sea percibido como todo lo contrario por el grueso de la sociedad, y además, sea tan injustamente tratado. Harto de esta situación, días antes de que el mundo frenase en seco, el campo estaba en pie de guerra. ¿Alguien se acuerda? Los agricultores clamaban por precios justos para su trabajo, un trabajo que es denostado por muchos, pero que está demostrando una vez más, por si hacía falta, que es esencial para la vida. Y ahora que estamos en un momento realmente complicado en el que conviene arrimar el hombro para salir de esta, el sector calla y trabaja, y muestra dos de sus grandes virtudes: la humildad y la solidaridad. Y así, con trabajo, muestra y demuestra, lo esencial que es y el respeto que merece. Y nosotros, Ingenieros Agrícolas que también somos parte activa, queremos ser altavoz de la situación.

Como en toda batalla, la retaguardia también es importante. Y en ese espacio están las universidades, donde se forman los profesionales que seguirán aportando valor a este gran sector. Y ahí también estamos los colegios profesionales, desde donde aportamos a nuestros colegiados las herramientas necesarias para que puedan desarrollar su trabajo con todas las garantías. A ellos les dotamos de formación continua, asesoramiento laboral o respaldo jurídico cuando hay algún caso de intrusismo, algún problema en el desarrollo de un proyecto o cuando se publica nueva normativa legal que afecta a su actividad profesional. También contribuimos en continuar incorporando profesionales a la cadena, como pasa en este momento en el que la demanda continúa a pesar de la crisis del Covid-19.

Porque ahora más que nunca,  el trabajo de nuestros ingenieros contribuye a reforzar la confianza en el sector, a acelerar su digitalización, potenciar el producto de proximidad, ser más eficiente y sostenible, en definitiva, a mostrar la mejor versión de un sector que reivindica su protagonismo. Estamos hablando de un potente motor económico capaz de incorporar a jóvenes que desarrollen en él su proyecto profesional y, con todo ello, contribuir al desarrollo del mundo rural y al mantenimiento del estado del bienestar.

Hay un eslabón más en esa cadena que es esencial, y es el del consumidor final. Porque cada uno de nosotros, en nuestra esfera más privada, tenemos la capacidad de ayudar a que el sector agroalimentario tenga el apoyo que necesita y merece.

Por ello, me gustaría apelar también a la responsabilidad de los consumidores, especialmente ante los tiempos que vienen. Este golpe de realidad parece que nos ha hecho más solidarios, ¡pues saquémosle verdadero partido! Propongo un reto, relativamente cómodo y muy efectivo. Cada vez que vayamos a la compra, hagámonos una serie de preguntas: “¿Cuántos de los productos de mi cesta tienen origen local?, ¿es este un producto de temporada o ha viajado desde el otro rincón del mundo?, ¿tiene algún sello o etiqueta que explique si se ha producido de forma sostenible?, ¿tiene algún distintivo que explique quién lo ha producido?, ¿voy a utilizarlo todo o acabará en la basura?”.

Estos pequeños actos premeditados ayudarán a los productores y profesionales, que nos están alimentado estos días, y que lo continuarán haciendo después de esta crisis, a superar un momento difícil en los próximos meses.

No desaprovechemos la oportunidad.

Regina Monsalve

Presidenta del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas y Graduados de Valencia y Castellón

El futuro es ahora

La sociedad aplaude cada día a diferentes colectivos como los sanitarios, personal de los supermercados, policías, personal de limpieza… Son muchos los colectivos que merecen y han recibido un aplauso estos días y yo, desde la Escuela y como director, me sumo a todos esos aplausos, pero quiero destacar especialmente el dedicado al sector agroalimentario. 

Me gustaría que ese aplauso continúe cuando esta situación que estamos viviendo termine. Me gustaría que este aplauso sirva para concienciar de la importancia de un sector que nos provee de lo más importante y necesario para la vida como es el alimento y para el que, paradójicamente, no corren buenos tiempos.

Quizá en momentos tan duros como los que estamos viviendo es cuando comprendemos que sin los agricultores y ganaderos junto con todas las profesiones técnicas relacionadas con la producción de la alimentación, no podemos vivir. 

Pero nuestro compromiso con el sector no nace hoy. Nuestro compromiso, que ahora es más firme que nunca, comenzó hace 60 años, con la fundación de nuestra Escuela. Precisamente, en el año en que estamos celebrando nuestro 60 aniversario se hace mucho más patente la importancia de formar profesionales que salgan de estas aulas siendo excelentes profesionales y personas conscientes de su responsabilidad en esta sociedad.

Ya no basta con formar a los profesionales del futuro porque el presente nos ha pisado los talones. Hoy, juntos, debemos afrontar el reto de poner en valor al sector agroalimentario como el más importante de toda la sociedad globalizada en la que vivimos. 

El futuro es ahora. Porque es ahora cuando el sector necesita profesionales cualificados, formados desde la excelencia, con aptitudes y actitudes que solucionen de manera rápida, eficaz y eficiente cualquier reto que la vida imponga. Y a la vista está que los cambios que ahora comienzan no serán asumibles sin profesionales técnicos altamente capacitados para hacer su trabajo. 

Y por ello, además del constante diálogo y colaboración con los agentes implicados en el sector, hoy más que nunca, nos comprometemos a seguir formando profesionales que incluso antes de terminar sus estudios estén preparados para cumplir su función, a través de las prácticas en empresa.

Para ello, no perderemos de vista los objetivos que se marcó el equipo de Dirección de la Escuela al inicio de este mandato, manteniendo abierto nuestro espacio a todos los agentes y todas las voces implicadas en el amplio ámbito de la ingeniería agroalimentaria.

Profesores e investigadores, personal de administración y servicios, y alumnado de nuestra Escuela, con el soporte de la Universitat Politècnica de València, nos hemos adaptado a las nuevas circunstancias de manera rápida y eficaz, ofreciendo a través de la docencia online la misma calidad formativa de siempre.

Pero esto ya no basta. Es momento de pasar a la acción. Como lo hicieron antes con su ejemplo personas ilustres como uno de los principales impulsores de nuestra Escuela, el profesor Eduardo Primo Yúfera, que siempre, en el desempeño de su labor investigadora y docente llevó como bandera el amor a la ciencia. Una pasión que compartió con todos sus alumnos. Tanto el tiempo que él vivió como el que estamos viviendo nosotros, son tiempos de cambio, de revolución, de adaptarse. Y ello nos lleva a pensar que son tiempos difíciles. Pero prefiero penar que son tiempos de oportunidad, de ocupar el lugar que el sector merece, de colaborar, de compartir, de comprender. 

Nuestra Escuela ha sido desde su creación un punto de encuentro para los diferentes agentes del sector agroalimentario, un lugar para abanderar la investigación y una cantera de profesionales. Y así seguirá siendo.

Alberto San Bautista
Director EAMN

La EAMN se adapta a la docencia online de forma rápida y eficaz

La EAMN, integrada en la UPV, se ha adaptado a la docencia online con gran rapidez y eficacia. La situación inesperada que estamos viviendo debido al confinamiento por la crisis del coronavirus, ha llevado a tomar medidas excepcionales a las que todos, PDI, PAS y alumnos se han tenido que adaptar.

Hemos hablado con un representante de cada grupo, que nos ha contado su experiencia. Les hemos hecho las mismas preguntas y esto es lo que nos han contado:

Rafa Haya, estudiante de 3º de Grado en Ingeniería Agroalimentaria y vicedelegado de alumnos de la Escuela.

 

 

 

 

 

-Rafa, ¿Cómo te has adaptado a esta nueva situación de la formación online?

Bueno, yo tengo la suerte de tener un ordenador personal que funciona genial y una conexión a internet en casa que va muy bien. Sin embargo, no todo el mundo tiene estas ventajas y desde la delegación de alumnos de la Escuela estamos trabajando para buscar alternativas y tratar de mejorar la situación de estas personas.

Personalmente, más allá de que me falta el contacto con la gente, es casi como ir a clase, pero desde tu cuarto. A tu hora habitual de clase entras en el teams y si llegas tarde o si te has de ir antes, eres mucho más sigilosos que en aula. Yo personalmente me imagino a toda la gente en su escritorio con el batín y un café entre las manos, y más de uno con el cigarrito, como cuentan nuestros padres de cuando se podía fumar en el aula.

 

-¿Qué ha sido lo más difícil? 

En mi caso, lo más difícil es sentarte a estudiar en casa. La situación es completamente anómala, y sumado a que desde antes de entrar a la universidad ya me acostumbré a estudiar en la biblioteca, pues la verdad es que se me está haciendo complicado concentrarme. Siempre he tenido mi casa como el refugio al que vengo a descansar y no el lugar de estudio.

Es algo que estoy escuchando mucho entre mi gente cercana de la univerisdad, supongo que porque la gente más cercana para mí de la Escuela es con la que hago horas y horas de biblio.

 

-¿Tiene ventajas esta forma de docencia?

Indudablemente todo tiene sus ventajas, ya lo he nombrado antes, como por ejemplo, que si llegas tarde a clase nadie se entera, y con el ordenador puedes quedarte en la cama si es una clase teórica y no has de tomar muchos apuntes. Además, hay profesores que graban sus clases y las dejan colgadas para que las puedas ver más de una vez, pero para mí son ventajas circunstanciales que no suplen ni de lejos el contacto físico, las muestras de cariño diarias y otras tantas ventajas de la formación presencial. No creo que este sistema pudiese suplir la  presencialidad de forma continuada.

 

-¿Crees que la universidad se ha adaptado de una manera rápida y eficaz a esta situación inesperada que estamos viviendo?

Creo que la UPV ha puesto al alcance de sus docentes una plataforma excelente para la realización de las clases virtuales en un tiempo récord. Dicho esto, hay departamentos y profesores que están sabiendo aprovecharla y están los que se han desentendido un poco de esto. Ahora queda por ver cómo se resuelve el tema de la evaluación, que está dando más problemas, y llegados a este punto ya sabemos que el curso se acaba de forma telemática y, por ende, los exámenes.

 

-¿Qué aprendizaje te llevas de esta situación?

Supongo que el mayor aprendizaje que me llevo y que supongo que es un poco extensible para todos es que muchas veces nos da pereza ir a la uni, nos quejamos de la carga de trabajo de los profesores, de los trayectos de ida y vuelta y un largo etc. Sin darnos cuenta de que si nos los quitan, les echamos de menos como echamos de menos muchas otras cosas por las que no nos quejamos tanto. También creo que estamos aprendiendo a adaptarnos a pasos agigantados y a trabajar codo con codo con nuestros compañeros para sacar el curso adelante.

 


Carmen González Romero, técnico de Gestión Académica. Gestiona el Plan de Ordenación Docente y recopila las medidas adoptadas en cada asignatura para adaptarse a la no presencialidad de la docencia. También realiza tareas de apoyo a la Dirección de la Escuela.

 

 

 

 

-Carmen, ¿Cómo te has adaptado a esta nueva situación de teletrabajo?

Al principio, no lo voy a negar, me dio un poco de vértigo, aunque poco a poco, las cosas han ido encajando y me he adaptado bien.

Para poder utilizar todas las aplicaciones que se necesitan para trabajar desde casa, lo más cómodo es conectarte de forma remota a tu ordenador de la Universidad y para ello tienes que hacer un tunel VPN. Para mí todo era nuevo, aunque los informáticos siempre han estado ahí dispuestos a ayudarnos.

 

-¿Qué ha sido lo más difícil? 

Sin duda, el tener que organizar el trabajo con dos niños pequeños que también tienen sus tareas y necesidades. Por un lado, hacerles comprender que aunque estuviera en casa, teníamos que trabajar y, por otro lado, coordinar el uso de ordenadores y espacios para que toda la familia pudiéramos realizar nuestras actividades.

 

-¿Tiene ventajas esta forma de trabajo? 

Si, la flexibilidad. Al estar en casa, puedes organizarte el tiempo de manera que lo puedas compaginar con las demás obligaciones diarias. Por otro lado, si tienes un espacio privado para el trabajo, puedes tener más concentración.

 

-¿Crees que la universidad se ha adaptado de una manera rápida y eficaz a esta situación inesperada que estamos viviendo?

Pienso que la Universidad en un tiempo récord se ha adaptado a esta situación tan excepcional de una manera eficiente. A pesar de que la mayoría de nosotros no habíamos trabajado nunca desde casa, la Universidad tenía los medios adecuados y los ha puesto a nuestra disposición.

 

-¿Qué aprendizaje te llevas de esta situación?

La adaptabilidad de las personas en situaciones nuevas y, sin duda, lo valioso que es el compañerismo y el trabajo en equipo.


Gabriel García Martínez, subdirector de Relaciones de Empresas, Empleo y Emprendimiento de la EAMN. El pasado mes de marzo ha coincidido con la impartición de una gran parte de su docencia, teniendo que compaginar asignaturas de 2º y 4º curso del Grado de Ciencia y Tecnología de Alimentos de Economía y Gestión de la Empresa Alimentaria y Creación de Empresas en el Ámbito Alimentario, junto con la asignatura de Economía y Gestión de la Empresa Vitivinícola del Máster de Enología.

 

-Gabriel, ¿Cómo te has adaptado a esta nueva situación de teletrabajo?

Pues con mucha rapidez. Afortunadamente, coincidió con los días sin docencia antes de Fallas, lo que nos dio un poco de tiempo para situarnos en el nuevo contexto y afrontarlo con las mayores garantías.  En cualquier caso, tras las primeras clases, rápidamente superé las primeras sensaciones lógicas de incertidumbre, y en cierta manera, pienso que nos ha servido a todos para mantener cierta normalidad y he podido continuar con mi horario habitual de impartición de clases.

 

-¿Qué ha sido lo más difícil? 

Lo más difícil ha sido mantener las evaluaciones programadas, puesto que las pruebas las hemos tenido que adaptar a las actuales circunstancias, y por supuesto, seguir garantizando una correcta valoración del rendimiento y desempeño de nuestro alumnado, en la adquisición de las competencias de los contenidos impartidos.

 

-¿Tiene ventajas esta forma de docencia?

La principal ventaja es poderlas impartir desde casa sin necesidad de desplazarse, por lo que se adaptan a la actual situación de confinamiento y la necesidad de reducir la movilidad.

 

-¿Crees que la universidad se ha adaptado de una manera rápida y eficaz a esta situación inesperada que estamos viviendo?

Totalmente, aprovecho para felicitar a nuestra universidad y todo su personal que ha trabajado intensamente estos días, para que tuviéramos a punto, las herramientas informáticas de formación a través de internet, que nos han permitido continuar desde casa con las clases, y manteniendo la calidad de la docencia.

 

-¿Qué aprendizaje te llevas de esta situación?

Me quedo con la idea de cómo entornos que pensamos que son predecibles, por ser cotidianos y habituales, pueden cambiar y transformarse profundamente. No obstante, frente a un escenario con tanta incertidumbre, lo importante es mantener la calma y la confianza, para que con los medios y las herramientas adecuadas, sepamos encontrar la mejor alternativa en cada momento.

 

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