Rosa Puchades, vicerrectora de Responsabilidad Social y Cooperación de la UPV y catedrática de Química Analítica, docente en l’Escola Tècnica Superior d’Engineria Agronòmica i del Medi Natural (EAMN), con una larga trayectoria y experiencia en cargos ejecutivos como la Subdirección de Cooperación y Relaciones Internacionales de su Escuela así como en distintos comités expertos, ha sido la impulsora del manifiesto reivindicativo leído en la UPV durante la jornada de ayer con motivo del Día Internacional de la Mujer.
La vicerrectora Puchades abrió la lectura del manifiesto que, siguiendo el argumentario de la plataforma feminista, vinculaba cada uno de sus puntos a los correspondientes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) integrados en la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
La lectura de los 8 puntos ha sido compartida y participada por voluntarias en un acto abierto a toda la comunidad universitaria con una alta presencia de alumnado, docentes y personal de administración y servicios así como de personal de las organizaciones que desarrollan su actividad en el campus de Vera.
En el Día Internacional de la Mujer, Rosa Puchades expuso que “no puede haber desarrollo sostenible sin igualdad de género. Nos queda mucho trabajo por hacer pero estamos en el camino para alcanzar la igualdad real. Las distintas formas de discriminación que experimentan niñas y mujeres, son los obstáculos a derribar. Ese es el principal objetivo. Y lo conseguiremos con la unión de las experiencias y perspectivas diferentes para garantizar la adecuada toma de decisiones.”
En nuestra conversación nos habló sobre la igualdad de mujeres y hombres en la UPV.
Rosa, ¿hay igualdad en la UPV?
Pues en este punto, la UPV es reflejo de la sociedad: la percepción sobre la igualdad de mujeres y hombres está matizada por la realidad social. La UPV integra la perspectiva de género en sus políticas institucionales y cuenta con los instrumentos que impulsan el cambio orgánico necesario. Nuestro II Plan de Igualdad contempla medidas específicas dirigidas a impulsar el avance de la comunidad universitaria pero también del conjunto social pues las acciones tienen un impacto real en nuestro entorno. La Unidad de Igualdad de la UPV, bajo la dirección de este vicerrectorado, es la responsable del desarrollo de sus objetivos y acciones.
Lo cierto es que el progreso profesional y de participación activa de la mujer han estado condicionados por los roles de género: la mujer ha sido la responsable del bienestar familiar a costa de su propio tiempo. Y esta situación ha tenido un alto coste: pérdida de talento y de oportunidades. En alguna medida, ese rol de cuidado sigue presente impidiendo una igualdad real y a ese rol se unen los estereotipos que limitan las decisiones de la mujer.
En la UPV, universidad cuyo núcleo son las ingenierías y arquitectura, aun hay centros en los que las alumnas son una minoría. Por ejemplo, en ingeniería informática solo un 27% de sus estudiantes son mujeres.
¿Y en los altos cargos de cada Escuela o de la UPV?
Pues en este aspecto hay que matizar según estemos hablando de cargos vinculados a la academia o cargos vinculados a la gestión administrativa.
Si hablamos de cargos vinculados a la academia, hay que considerar que estamos en una universidad cuyos estudios y áreas de conocimientos han sido, universalmente, considerados como propios de hombres (estereotipos). Lo que ha provocado el retraso de incorporación de la mujer al entorno tecnológico. Esta realidad, que se da como una constante en cualquier otra universidad de carácter técnico, supone que las nuevas generaciones en las que las mujeres ya están presentes aun no hayan alcanzado el grado de promoción establecido para el acceso a esos cargos. Por ejemplo, en la UPV el porcentaje de catedráticas es menor que el de catedráticos pero el número de profesoras titulares llega a considerarse en los límites de la paridad. Ellas son nuestras futuras catedráticas y cargos de dirección.
Actualmente, el equipo de gobierno de la UPV está formado por 11 personas y, de ellas, 4 somos mujeres. Lo que representa un límite muy próximo al equilibrio de género. Nosotras 4 somos vicerrectoras y en mi caso, soy la primera mujer que ocupa en la UPV un vicerrectorado primero.
En cambio, el personal de administración y servicios está compuesto mayoritariamente por mujeres que, a lo largo de su carrera, han ido promocionando y alcanzando los distintos niveles de gestión.
Es cierto que el resultado del esfuerzo personal y el impacto de las políticas institucionales no se pueden observar en un corto plazo, pero hay que reconocer que estamos avanzando y, en un medio plazo, sí se puede percibir ese cambio respecto a la presencia de la mujer. Nuestro esfuerzo es continuo, somos exigentes con nosotras mismas y no nos rendimos así que, en buena medida, el cambio lo provocamos nosotras.
¿Qué se puede hacer para solucionar esto?
Sensibilizar, formar, educar. La educación es la clave para cambiar la sociedad, para que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades de desarrollo personal. La sensibilización como educación social para romper con estereotipos nos permite impactar positivamente en nuestro entorno reforzando valores de compromiso y responsabilidad.
La formación integral de cada estudiante permite a la universidad devolver a la sociedad la inversión realizada. Personas capaces y eficientes pero también personas que sepan asumir en igualdad decisiones y responsabilidades.
Esa educación comienza en la infancia y ahí, en esa etapa en la que todo se absorbe como algo natural, es dónde comienzan los límites sociales vinculados al género. Niñas y niños son capaces por igual y debemos reforzar sus inquietudes, preferencias y habilidades independientemente de si son niñas o niños.
Esa educación social implica que los hombres den un paso y recuperen como propio el espacio de cuidado de las criaturas y de sus mayores. Las medidas de conciliación son un derecho de hombres y mujeres aunque mayoritariamente lo ejerzamos nosotras. Últimamente sí se percibe un cambio en el uso de los derechos de conciliación y es un cambio muy positivo porque, poco a poco, el hombre se incorpora al cuidado y es un indicio cierto de la asunción plena de sus responsabilidades adultas.
Para evitar la pérdida de talento y que las jóvenes se vean empujadas a otros estudios simplemente por la identificación con lo femenino y esperado de ellas como mujeres, se está trabajando a todos los niveles para favorecer su incorporación a las áreas de conocimientos técnicos. Las llamadas STEM (ciencia, técnica, ingeniería y matemáticas) necesitan del talento de nuestras jóvenes y ahí orientamos nuestros programas para mostrarles sus posibilidades de crecimiento personal. Una de las acciones más eficaces es la presentación de científicas e investigadoras en el área STEM que puedan tener como referentes en sus metas.
¿Por qué crees que sigue habiendo más mujeres en titulaciones como Magisterio o Medicina?
Bueno, la elección de unos estudios va más allá de las preferencias personales, las habilidades desarrolladas o de las expectativas de futuro profesional. Esas preferencias, habilidades y expectativas han sido conformadas socialmente y vinculadas al hecho de ser mujer o de ser hombre.
El ámbito laboral, el tipo de organización y las relaciones que te exigen el ejercicio de una u otra profesión entran de lleno en los estereotipos de género. Durante décadas la mujer ha tenido limitada la elección de su actividad profesional y su incorporación laboral era menos dificultosa en profesiones consideradas propias de mujer como la educación en las primeras edades, el ámbito sanitario o el de atención a las personas.
Afortunadamente la evolución social y, reconozcámoslo, el esfuerzo personal de muchas mujeres que han ido abriendo y trazando el camino en espacios considerados como propios de hombres, ha propiciado que actualmente la mujer esté presente en todos los ámbitos incluso en los más masculinizados como algunas ingenierías o en matemáticas. Y gana el conjunto de la sociedad porque el espacio de investigación e innovación se enriquece con ese talento, lo que se traduce en mayores posibilidades de desarrollo sostenible y respuestas más eficientes a las demandas de la sociedad.
El progreso también depende de nosotras, de nuestras elecciones. Somos conscientes de nuestras fortalezas y queremos poder desarrollar nuestro proyecto de vida en igualdad de oportunidades. Ellos, nuestros compañeros, deben asumir corresponsablemente sus responsabilidades adultas. Pero no solo en el punto de la conciliación. El llamado techo de cristal, esos obstáculos invisibles que impiden el progreso personal de la mujer, es un conjunto de factores como la existencia de redes informales que dejan al margen de las decisiones a la mujer. El uso del tiempo propio del que disponen los hombres es clave en su posicionamiento en la estructura u organización.
Tenemos las mismas capacidades y trabajamos para que la igualdad de oportunidades sea real.
¿Y cómo se llega a esa concienciación?
Más que una concienciación es educación social: das la oportunidad de conocer otra realidad. Se facilitan los instrumentos que encauzan los intereses y curiosidad de las personas. Se aplica una metodología en el que el aprendizaje no es coercitivo si no abierto al descubrimiento y desarrollo personal. Se dota de un marco en el que lo que vale es el talento y las ganas de desarrollarlo.
Por ejemplo, la UPV cuenta con formación específica en materia de igualdad de género, lenguaje inclusivo, participación social e igualdad, responsabilidad social en la organización, ética…Esta formación se dirige tanto al personal docente y de administración como al alumnado.
Además se llevan a cabo acciones como los talleres en los que se anima a las niñas a participar y que se inscriben en un número considerable para divertirse con los retos informáticos.
Nuestro Consejo Social está impulsando programas en materia STEM dirigidos a las jóvenes graduadas para reforzar sus inicios profesionales.
Pero nuestros esfuerzos también se dirigen a fortalecer la presencia de la mujer en todos los ámbitos de la vida universitaria como la práctica de deportes, el cine o el club de lectura. Son espacios en los que se establecen relaciones y redes que se trasladan al ámbito de trabajo y que forman parte del crecimiento personal. Si la mujer no está en esos espacios se produce cierto desequilibrio y posible pérdida de oportunidades.
Vamos a dar un dato optimista, en la UV ya hay una rectora, la primera de las universidades públicas de la Comunidad Valenciana.
Sí, efectivamente, es un dato positivo. Pronto hay elecciones en la UJI y cuentan con una candidata. Pero hay que seguir trabajando. En España, de 49 universidades públicas, solo hay 5 rectoras.
Nos queda trabajo por hacer, pero estamos en el camino y cada meta alcanzada es un logro para el conjunto.
Nuestras alumnas, profesoras y nuestras compañeras de administración y servicios, tienen mejores expedientes, mejores itinerarios formativos que los hombres. Son brillantes, luchadoras y conscientes de que todo cambio necesita la contribución del esfuerzo personal.
Tenemos claro cuál es nuestro potencial, cuáles son nuestras fortalezas y nuestros méritos para ocupar los espacios de decisiones y responsabilidades que nos pertenecen en igualdad de oportunidades.